Hayley no supo en qué momento el sueño la había vencido. A pesar de la incomodidad que le provocaba compartir la cama con Evan, el agotamiento había sido más fuerte. Su cuerpo, al relajarse, había cedido a la inconsciencia. Sin embargo, el descanso no duró mucho. Un calor extraño la despertó, haciéndola removerse entre las sábanas. Abrió los ojos lentamente, buscando deshacerse de la manta que la cubría, pero pronto se dio cuenta de que no era la cobija la que provocaba esa sensación sofocante. Era algo más. O, mejor dicho, alguien.Unos brazos firmes rodeaban su cintura, inmovilizándola. Desconcertada, intentó zafarse, pero el agarre se mantuvo firme. Con esfuerzo, logró girarse y, para su sorpresa, se encontró cara a cara con Evan. Él dormía plácidamente, ajeno al torbellino de emociones que su cercanía desataba en la joven. Sus cuerpos estaban tan próximos que podía sentir el calor de su piel mezclándose con el suyo, y su respiración, pausada y tranquila, rozaba su rostro como un l
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