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Todos los capítulos de La Niñera del DIABLO: Capítulo 121 - Capítulo 130
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Capítulo 121 —La grieta estaba creciendo
Capítulo 121 —La grieta estaba creciendoNarrador:La casa estaba en silencio. Sasha se había encerrado en su cuarto sin terminar de cenar, y Amalia, con su sabiduría de siempre, no hizo preguntas. Roman subió las escaleras despacio, arrastrando una culpa que no venía por lo que dijo, sino por no haberlo visto venir.Cuando abrió la puerta del dormitorio, no la encontró leyendo. No estaba cambiándose. Ni siquiera sentada en la cama.Aylin estaba en el suelo, junto a la ventana, abrazada a sus propias rodillas, con la frente apoyada contra ellas. El llanto era contenido, pero constante. No había sollozos ruidosos, no había palabras. Solo lágrimas cayendo sin pausa.Roman cerró la puerta sin ruido. Se acercó sin decir nada y se agachó frente a ella. No la tocó enseguida. Solo la miró.—Aylin…Ella alzó el rostro apenas. Los ojos estaban rojos, la piel manchada por el llanto.—Estoy bien —murmuró, con una voz que no convencía a nadie.—No lo estás —dijo él, con firmeza, y se sentó frente
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Capítulo 122 —No estoy eligiendo entre ustedes
Capítulo 122 —No estoy eligiendo entre ustedesNarrador:Aylin manejaba en silencio. No era incómodo, pero tampoco era el silencio de costumbre, ese que a veces compartían cuando estaban cansadas o con sueño. Era uno más frío, más nuevo. Sasha iba en el asiento trasero, los auriculares puestos, la mirada perdida en la ventana.El tráfico era liviano. Aylin redujo la velocidad en una esquina y tomó el desvío habitual hacia el colegio. Quiso hablar, pero no encontró nada casual para decir. Ni el clima, ni las clases, ni siquiera el nuevo invernadero servían de excusa.—Sasha —dijo, con calma, sin girar la cabeza —¿Podemos hablar un segundo?La adolescente se quitó un auricular.—¿Ahora?—Sí, es solo un minuto. —Sasha no respondió, pero tampoco se negó. Esperó en silencio. Aylin no cambió el tono. No lo elevó. No intentó sonar condescendiente. —Sé que no estás cómoda conmigo en este momento. Y no te estoy pidiendo que lo estés. Solo quiero que sepas que estoy tratando de no equivocarme má
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Capítulo 123 — Vine a quedarme
Capítulo 123 — Vine a quedarmeNarrador:Miranda llegó a la galería sin avisar. No era la primera vez. Ya lo hacía con frecuencia, amparada en la excusa de ver a Sasha o de dejarle algún libro para el colegio. Esa tarde apareció con una caja pequeña y una sonrisa discreta.Roman la vio apenas cruzó la puerta. Dominic no estaba en la entrada. Tampoco había nadie más que pudiera detenerla.—¿Vienes a dejar algo o a recoger otra cosa? —preguntó él desde el final del pasillo, sin moverse.—Solo quería pasar un momento —respondió ella, alzando la caja —Es para Sasha. Unas cosas que pidió. Nada grave.—Déjalo en recepción.—Preferiría dártelo a ti. Si no te molesta.Roman no contestó. Caminó hacia ella, despacio, con las manos en los bolsillos del pantalón. No había cordialidad en sus gestos. Solo una paciencia que ya no era cortesía.—Ya está bien, Miranda.—¿De qué?—Del jueguito. De las visitas sin avisar. De las frases cuidadas. De ponerte cómoda en una vida que abandonaste hace años.El
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Capítulo 124 —Necesito que no me excluyas
Capítulo 124 —Necesito que no me excluyasNarrador:Roman hojeaba un catálogo de obras en su oficina cuando Dominic entró sin anunciarse. Llevaba en la mano una carpeta más delgada de lo habitual. Su rostro no mostraba urgencia, pero sí una concentración que no pasaba desapercibida.—Tenemos un problema, Diablo —dijo, cerrando la puerta detrás de él.Roman giró lentamente. Su voz fue seca.—¿Qué tipo de problema?Dominic se acercó al escritorio y dejó la carpeta frente a él.—Estuvo en un despacho de abogados de familia —dijo sin rodeos —En la ciudad. No aquí.Roman levantó la vista.—¿Quién?—Miranda.—¿Y qué hizo?—No lo sé del todo, aún. Pero pidió acceso a su propio expediente judicial. También solicitó información sobre el estado civil de un “viudo” en particular. Sin decir tu nombre, pero lo suficiente para saber que te refería.Roman se quedó en silencio unos segundos.—¿Algún abogado conocido?—Un tipo discreto. No figura en escándalos públicos, pero tiene experiencia en litigi
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Capítulo 125 —Ámame sin límites.
Capítulo 125 —Ámame sin límites.Narrador:Aylin todavía sentía el cosquilleo de su piel donde él la había mordido, chupado, succionado hasta dejarle la piel caliente y erizada. Tenía la marca de su boca en el pecho… y la de su amor en cada rincón del cuerpo.Roman seguía dentro de ella, completamente, como si esa unión fuera lo único real en el mundo. Y entonces empezó a moverse otra vez, lento, profundo, deliberado.Cada embestida era un susurro que decía “no te vayas”. Cada roce era una súplica muda. Cada golpe de cadera, una confesión.La sostenía por las caderas con fuerza, atrayéndola hacia él mientras se impulsaba con movimientos controlados, pero devastadores. El roce era exquisito y preciso. Todo él entraba y salía con una cadencia perfecta, que la volvía a llevar al borde aunque ya creía no tener fuerzas para más.—No me mires así —murmuró él contra su boca —Me vas a hacer perder el control otra vez…Aylin no dijo nada. Lo miraba como si no pudiera creer que ese hombre, ese D
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Capítulo 126 —A veces, no sale mal. Solo distinto
Capítulo 126 —A veces, no sale mal. Solo distintoNarrador:La tarde caía con lentitud, tiñendo el despacho de tonos cálidos que no lograban suavizar la tensión entre ellos. Roman estaba de pie junto al ventanal, con la espalda recta y la mirada fija en algún punto invisible. Aylin lo observaba desde el sofá, inquieta, sintiendo que algo en él se estaba endureciendo más de la cuenta.—Voy a contarle a Sasha la verdad —dijo de pronto, sin mirarla —Voy a decirle quién es Julieta en realidad.Aylin parpadeó, como si la declaración le hubiera llegado demasiado rápido. Se enderezó, apoyando los codos en las rodillas, y lo miró con el ceño fruncido.—¿Ahora? ¿Así, de golpe?, Roman, ¿crees que es lo mejos?Roman giró lentamente hacia ella. Su rostro no tenía rabia, pero sí determinación. Una que no dejaba espacio para muchas opciones.—No voy a permitir que Miranda siga acercándose a mi hija sin que ella sepa quién es en realidad. Me cansé del juego. Se terminó.Aylin se levantó despacio, sin
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Capítulo 127 —La verdad
Capítulo 127 —La verdadNarrador:La habitación estaba en calma. Esa calma tensa y traicionera que precede a una tormenta.Sasha estaba sentada en el escritorio, girada hacia la ventana, con los auriculares puestos, distraída en el mundo adolescente que había construido para no pensar demasiado. Roman, de pie junto a la puerta, la observaba con una mezcla de temor y culpa que le pesaba en el pecho. En la mano, tenía el collar que ella siempre dejaba en la mesita. Lo sostenía como si con eso pudiera anclar la conversación que estaba a punto de tener.—Sasha —dijo, sin levantar la voz, pero lo suficientemente firme para que ella lo oyera.La niña se quitó un auricular y lo miró sin girar del todo.—¿Qué pasa?—Necesito hablar contigo. Y es importante. Muy importante.Ella suspiró, bajó la música y se giró hacia él. Lo vio más tenso de lo habitual, más pálido, más grave. Eso bastó para que se enderezara en la silla.—¿Está todo bien?Roman caminó hasta sentarse en la orilla de la cama. No
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Capítulo 128 —Diablo estaba vencido
Capítulo 128 —Diablo estaba vencidoNarrador:El llanto de Sasha se había vuelto más suave, pero no menos doloroso. Era ese tipo de llanto que se aferra a las paredes, que no grita, pero que se siente en los huesos. El que no necesita testigos, porque es demasiado real.Roman seguía de pie frente a la puerta cerrada, sin tocarla, sin hablar, como si ese umbral fuera también una línea que ya no podía cruzar. Aylin permanecía a su lado, en silencio, sin saber si moverse o simplemente quedarse allí, ofreciéndole compañía en su derrota.Y de pronto, él se quebró.No hubo anuncio, ni palabras, ni gesto dramático. Solo un temblor en los hombros, apenas perceptible, un leve desajuste en la respiración. Y luego, simplemente, se desplomó. Se deslizó por la pared como si el cuerpo le hubiera fallado, como si el alma hubiera decidido que ya no podía sostener ese peso. No fue una caída; fue un derrumbe lento, devastador. El cuerpo de un hombre cargado de culpa resbalando hasta quedar sentado, enco
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Capítulo 129 —No buscaba placer, buscaba certeza, refugio, verdad
Capítulo 129 —No buscaba placer, buscaba certeza, refugio, verdadNarrador:Aylin no supo cuánto tiempo estuvieron sentados en el pasillo. Solo recordaba el peso de Roman contra su cuerpo, sus respiraciones entrecortadas, sus lágrimas húmedas mojándole la camisa. En algún momento, él dejó de hablar para solo respirar, para solo temblar.Cuando sintió que el llanto comenzaba a menguar, con la delicadeza de quien mueve a un herido, Aylin lo tomó del rostro, lo miró a los ojos y le acarició las mejillas empapadas. Roman no se resistió. No tenía fuerzas. Asintió en silencio cuando ella le pidió que se pusiera de pie. Se dejó llevar como un niño perdido. Caminaron juntos hasta el dormitorio. No hubo palabras.Aylin lo hizo sentarse al borde de la cama. Le quitó la chaqueta, luego los zapatos, después la camisa. Lo desvistió sin apuro, sin otra intención que despojarlo del peso que lo envolvía. Él no protestó. Solo la miraba con los ojos vacíos, derrotados. Como si no supiera qué hacer con s
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Capítulo 130 —La cicatriz
Capítulo 130 —La cicatrizNarrador:Roman no avisó; no a Aylin, ni a Dominic y mucho menos a Sasha.Salió temprano, cuando la casa aún dormía. Se vistió sin hacer ruido, cerró la puerta con cuidado y se perdió en el gris de una mañana nublada, con los puños apretados en los bolsillos y la rabia latiéndole en la garganta. No pensaba explicaciones, no pensaba en las consecuencias. Solo pensaba en ella, en Miranda. Sabía exactamente dónde encontrarla.Llegó sin tocar el claxon, sin avisar su presencia. Bajó del auto y cruzó el umbral del edificio como si lo hubiera hecho mil veces. Ni el recepcionista se atrevió a detenerlo. El ascensor subió lento. Cada piso que pasaba le recordaba los años que ella le había robado. Cada segundo de silencio se llenaba con la imagen de Sasha llorando detrás de una puerta cerrada. Y suya, colapsando del otro lado.No golpeó, no esperó, solo giró la perilla.La encontró de espaldas, sentada junto a una ventana, bebiendo café como si no llevara sobre los hom
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