Capítulo once. Una novia de encaje rojo— — — — Narra Amy — — — —Seguimos unidos después de semejante beso. No nos separamos ni tampoco nos decimos nada, es como si los dos nos sintiéramos tan cómodos con el otro que no nos separamos, mantenemos la cercanía y disfrutamos del otro, sin inhibiciones. —¡Eres preciosa!—Tu tampoco estás mal —sonreímos bajito —. Y cada vez me gustan más tus besos.—Y a mi los tuyos —me planta otro rápidamente —. Me gusta que seas mi esposa. No sé, tienes algo que me envuelve, me hechiza y creo que es cosa del destino. Te lo juro.—Tienes el don de la palabra, Brad —confieso entre sus brazos —. Estaría oyendo lo que dices por horas y sí, me gustas. Creo que los dos sabemos que hay atracción entre los dos, y que no debemos confundir las cosas pero no negaré lo obvio tampoco. Me he cansado de decir que no, cuando se ve que si. Él me defiende, me cuida, me mima a su manera y está casado conmigo por un acuerdo pero al final ese mismo acuerdo ha hecho que los
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