El sol se filtraba suavemente por las ventanas, proyectando una luz dorada sobre la mesa de madera donde aún reposaban las tazas de té. El ambiente era tranquilo, casi acogedor, pero en el aire flotaba una sensación de despedida.Alanna dejó escapar un suspiro silencioso mientras jugaba con el borde de su taza. La conversación con Enrique la había hecho pensar demasiado. Había venido buscando respuestas, y en su lugar, se había dado cuenta de algo que llevaba tiempo negándose a ver.Leonardo podía ser frío, podía herirla con su indiferencia, pero eso no cambiaba el hecho de que ella lo extrañaba.¿Desde cuándo su felicidad dependía tanto de él?Ese pensamiento la inquietaba. No era justo. No debería ser así. Pero, por más que lo intentara, no podía negar lo que sentía.—Debo volver a casa —dijo finalmente, sin apartar la vista de su taza.Enrique se quedó en silencio por un instante, como si estuviera procesando sus palabras. Cuando habló, su voz fue tranquila, pero había algo en ella
Leer más