—No podía dejar pasar aquella afrenta, entonces acordé junto con tu padre que cuando tuviéramos hijos, estos se casarían…— explicaba Joel con una mueca que similar al desagrado. Resultaba evidente para Lawrence que no le gustaba en lo más mínimo tener que desgranar esa parte de la historia. No era para menos, tal lo visto, ese hombre todavía amaba a esa mujer. Tanto así que, prefirió elegir la felicidad de ella a costa de la suya. ¿A qué hombre no le desagradaría mostrar su orgullo herido ante el hijo de quien había sido su querida? Al menos, por lo que Lawrence supiera, a ninguno. Y, por experiencia propia, se arriesgaba a admitir que, a él, menos que menos. —… A tu padre, mucho no le gustó el asunto y, por lo que recuerdo, a tu abuelo menos que menos.— escuchó que la historia seguía, esta vez, con un tono de burla en la voz— Pero, uno puede ser muy persuasivo si se lo propone… Creo que me entiendes muy bien de lo que hablo ¿Verdad, chaval? Al decir aquello, Joel, esbozó una
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