La noche en Nueva York estaba en calma, pero dentro de la habitación de Isaac, la tormenta se desataba en su mente.El sueño comenzó con una sensación de paz absoluta. Estaba en un jardín hermoso, extenso, con árboles frondosos y flores en tonos vibrantes. El aire era fresco, perfumado con el dulce aroma de las rosas y jazmines. Se sentía liviano, sin preocupaciones, como si el tiempo se hubiera detenido en ese instante perfecto.Frente a él, Eliana sonreía con una luz que parecía rivalizar con el sol. Llevaba un vestido blanco, ligero, que se movía con la brisa. Sus ojos brillaban con la felicidad más pura, y su risa, tan melodiosa, llenaba el espacio con una calidez que hacía que Isaac olvidara todo lo demás.—Es hermoso, ¿verdad? —dijo ella, girando sobre sí misma con los brazos extendidos, como si quisiera abrazar el mundo entero.Isaac la observó con admiración.—No hay nada más hermoso que tú —respondió con sinceridad, acercándose a ella y tomando su mano.Eliana lo miró con ter
Ler mais