Si bien la tranquilidad que le caracteriza es un sello de su personalidad gélida, cada paso que da al abandonar el night club refleja una seguridad implacable, una cadencia medida con la exactitud de un depredador que nunca pierde el control. Su andar es pausado, firme, como si el mundo mismo se doblegara ante su voluntad, y sin embargo, algo en su interior amenaza con romper esa quietud calculada. Sin embargo, bajo la superficie de su compostura, algo arde en su interior. No es la muerte que acaba de otorgar sin remordimiento; eso es insignificante para él, un acto mecánico, una acción sin peso moral. Ha visto la vida extinguirse en demasiadas ocasiones como para que una más le provoque una agitación tan visceral. No, lo que lo altera, lo que le revuelve las entrañas con una intensidad desconocida, es ella. Alina.El recuerdo de su expresión aterrada se le clava en la mente como un anzuelo en carne viva. Su piel pálida, el temblor en sus labios, la vulnerabilidad en sus ojos. Todo en
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