11. Desconfianza
No quería que esto terminara nunca. Era un pecado, una tentación prohibida que me envolvía como una ola salvaje, pero dejé que sucediera, que el deseo nos arrastrara.Sus labios respondieron al instante, hambrientos, desesperados, igual que los míos. Su cuerpo colosal me empujó hacia atrás, y mi espalda se hundió en el colchón, atrapándome bajo su peso.Tomó mis labios con avidez, chupando y mordiendo cada rincón con una perfecta sintonía de ternura y salvajismo. Luego, su lengua, húmeda y cálida, invadió mi boca, y yo la recibí como si fuera mía, succionándola y mordiéndola con descaro. Un gruñido grave escapó de su garganta, provocándome. Mis manos subieron hasta su cuello, aferrándome a él como si no quisiera soltarlo jamás, mientras él se acomodaba entre mis piernas, buscando ese espacio donde encajaba tan bien.Mi mente era un caos. No podía detenerlo, ni quería hacerlo. Sus manos, grandes y firmes, se anclaron a mi cintura, subiendo lentamente, tocándome con una libertad que no
Leer más