Berlín, AlemaniaEmiliaLos días pasan al igual que las semanas y con cada una de ellas, mi confusión crece. No sé qué pretende Viktor. No sé por qué de repente parece… diferente.Es decir, no me refiero a grandes cambios, porque no los hay. Sigue siendo el mismo hombre dominante, intimidante y difícil de leer. Sigue teniendo la misma mirada de acero, la misma postura imponente, la misma voz fría.Pero hay algo en él, en su manera de tratarme, que no encaja con la imagen que tengo de él. Desde aquella noche en el gimnasio, cuando me arrastró hasta la sala de entrenamiento y me obligó a aprender a defenderme, algo cambió.No me trata como una prisionera, tampoco me trata como una carga. Mucho menos me trata como una molestia que simplemente debe soportar. Me trata… con una aparente consideración que no debería existir.Cada mañana, cuando bajo a la cocina para empezar con mis labores, me lo encuentro en el comedor, terminando su desayuno. Siempre está ahí y me ve. Y siempre, siempre, m
Leer más