Berlín, AlemaniaEmiliaAl llegar a la mansión, subo directo a mi habitación con la bolsa de ropa sujeta con fuerza en mis manos. No me detengo en ningún lado ni miro a nadie. Me siento extraña, confundida, atrapada en una maraña de pensamientos que no sé cómo desenredar.Desde que Viktor me dijo que podía elegir ropa para mí, algo dentro de mí ha estado en constante tensión. La simple idea de salir de esta casa me había parecido una quimera durante meses, algo inalcanzable. Y, sin embargo, hoy lo hice. Hoy respiré aire distinto, caminé entre personas que no sabían quién era ni la situación en la que me encontraba. Por un instante, me sentí como antes… como si fuera libre.Pero no lo soy.Y lo peor es que, aunque debería estar aterrada por lo que esto significa, una parte de mí está emocionada.Abro la bolsa con torpeza y saco el vestido que elegí. Lo sostengo frente a mí, observándolo con una mezcla de culpa y asombro. No es nada fuera de lo común, solo una prenda sencilla, pero el h
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