Liah corta los panqueques que Debra le preparó mientras la criada le sirve el café. Entretanto, Tom, quien degusta huevos revueltos con tostadas, observa la manera poco disimulada con que la chica se come al rubio con la mirada.—Ya vete para la cocina, niña —la reprende la señora, porque le molesta su comportamiento con el chico, dado que le parece de mal gusto que la muchacha actúe sin reparos delante de todos.—Ya voy... —Ella se muerde el labio inferior al sentirse regañada—. ¿No quieres algo más, Liah? —pregunta con tono coqueto.—¿Y esa confianza? —le reclama su jefa.—No me molesta que me tutee, Debra, así que no te preocupes. Y ya no la reprendas más. Lulú es una chica muy servicial y me ha hecho sentir acogido —la defiende Liah.—Me imagino... —Debra hace una mueca de desagrado.En ese momento, la puerta de la sala se abre, lo que pone nervioso a Liah.«Es Wendy...», piensa asustado.La morena se dirige directo al comedor, donde sabe que deben estar sus padres desayunando. Un
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