La noche seguía impregnada de misterio y de una brisa gélida que parecía traer consigo secretos ocultos. Mia avanzaba por el sendero oscuro que llevaba al centro del pueblo, flanqueada por Liam y un pequeño grupo de soldados de Blood Moon. A pesar del murmullo de la lluvia que seguía cayendo con fuerza sobre los tejados de las casas, las palabras de Liam eran claras, resonaban entre las gotas como un eco ineludible.—Siempre supe que eras especial, Mia. —Continuó Liam, con su voz calmada pero cargada de sinceridad. —Desde el momento en que te vi por primera vez aquí en Blood Moon, sabía que este lugar no podía contenerte. Había algo en ti, una fuerza, una voluntad… algo que no encajaba con esta manada. Eras demasiado para Seth, incluso en aquellos días cuando te hacían miserable.Mia, envuelta en su capa, mantuvo la vista al frente, con sus pasos seguros pero cargados de tensión. Aunque las palabras de Liam no eran completamente inesperadas, escuchar su admiración directa removió algo
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