Capítulo 23No es un campesino, es un General.Eira se sintió perfectamente bien. Aquella sensación era tan inusual que, por un momento, una pequeña sonrisa se asomó en su rostro. Pero al asomarse por la ventana, la duda volvió: ¿cómo bajaría desde allí?—Bueno… entiendo tu entusiasmo, pero yo no podré saltar desde aquí —dijo, dando un paso atrás, mientras observaba la altura.La pequeña felina, sentada tranquilamente sobre el alféizar, miró primero a Eira y luego hacia abajo, como si midiera el riesgo con precisión.—Dime Luna —dijo de pronto, con una voz suave pero firme—. Me gusta ese nombre, por eso me llaman así.—De acuerdo, Luna —respondió Eira, aún con asombro en la voz.—Bueno… no te asustes —añadió la gata—, pero voy a volverme grande por un momento.Antes de que Eira pudiera decir algo, una ráfaga de luz envolvió el cuerpo del pequeño animal. En cuestión de segundos, la felina había crecido hasta adoptar la forma de una bestia majestuosa, similar a un tigre, pero con un pela
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