Madelaine tenía el día libre. No tenía trabajo pendiente en el estudio, así que decidió aprovechar el tiempo para visitar a su amiga Brenda. Al llegar al apartamento, fue recibida por Alexandra, quien, como siempre, la acogió con una sonrisa amable.—Madelaine, qué gusto verte —dijo Alexandra, abriendo la puerta—. Brenda está arriba, en su habitación. Puedes esperarla aquí en el sofá, o si prefieres, puedo avisarle que has venido.—Gracias, Alexandra. Creo que esperaré aquí un momento —respondió Madelaine mientras se acomodaba en el sofá de la sala.Alexandra, con la amabilidad que la caracterizaba, se dirigió a la habitación de arriba. Tocó suavemente la puerta de Brenda, pero no obtuvo respuesta. Le preocupaba el silencio. Pero ella tampoco podía darle las respuestas que buscaba. —Brenda, no quiero molestarte, pero debo avisarte que tu amiga Madelaine está aquí. ¿Qué le digo? —inquirió desde el otro lado de la puerta, con un tono de voz tranquilo.Después de unos segundos, la puert
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