Todos los capítulos de El hermoso error que me unió al CEO: Capítulo 21 - Capítulo 24
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CAPÍTULO 21
Maia jadeó en los labios de Vladimir cuando sintió cómo él la llenaba por completo. Su piel ardía bajo las caricias de aquel hombre que, pese a su apariencia fría e imponente, la hacía sentir amada, deseada y protegida. Cada movimiento era una promesa silenciosa de amor, una entrega mutua que iba más allá del deseo.—Eres mía, Maia… solo mía —susurró Vladimir con voz ronca mientras atrapaba su boca en un beso profundo y apasionado.Los cuerpos se unieron en una danza ardiente, desbordada de emociones. Maia enterró sus uñas en la espalda de Vladimir, dejándose llevar por las sensaciones, por el amor que la envolvía por completo.El placer los consumió hasta dejarlos exhaustos, y cuando todo terminó, Vladimir la abrazó con fuerza, como si temiera que desapareciera. Maia, con el corazón latiendo con fuerza, escondió su rostro en su pecho.—Vamos a preparar nuestra boda —murmuró él, besando su frente con ternura.Maia alzó la mirada, sorprendida, pero con una sonrisa dulce que se dibujó e
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CAPÍTULO 22
Una semana después, todo estaba listo para la fiesta de compromiso entre Vladimir y Maia. El evento prometía ser elegante, lleno de lujo y con la presencia de las familias más influyentes. Vladimir, como siempre, mantenía su porte serio e imponente, pero había una tensión en sus hombros que solo un observador muy agudo podría notar. Javier, su leal pero torpe asistente, estaba a punto de hacer su entrada triunfal… o más bien, su entrada desastrosa.—¡Jefecitooo! —gritó Javier al entrar en el despacho de Vladimir con un estuche de terciopelo en la mano., llegó el anillo y lo tengo en mis propias manos.El problema fue que, en su euforia, no vio el borde de la alfombra y, en un segundo, su pie se enganchó, su cuerpo voló por los aires y aterrizó con la frente directamente contra el suelo. El estuche salió disparado de sus manos, girando en el aire como si estuviera en cámara lenta.—¡Javier, el anillo! —exclamó Vladimir levantándose de su silla con la rapidez de un felino.Apenas logró
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CAPÍTULO 23
Vladimir sujetó con fuerza la mano de Maia, transmitiendo su apoyo y protección. Ella le regaló una cálida sonrisa, queriendo hacerle saber que estaba bien y que nada ni nadie, y mucho menos Ronaldo, podría arruinarle esa noche.—Esta fiesta apenas comienza, mi amada —susurró Vladimir antes de darle un tierno beso en los labios.Maia sintió su corazón latir con fuerza ante aquel gesto. La forma en que él la miraba, con devoción, amor y ternura, la hacía sentirse la mujer más afortunada del mundo. De la mano, caminaron juntos para saludar a los invitados, quienes los observaban con admiración.Antes de inaugurar la pista de baile, Vladimir tomó el micrófono, con Maia a su lado. Su porte imponente y su presencia autoritaria hicieron que todos en el salón guardaran silencio de inmediato, expectantes por lo que estaba a punto de suceder.—Buenas noches a todos y bienvenidos. Les doy las gracias por acompañarnos en esta noche tan especial para nosotros —su voz resonó con firmeza y emoción.
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CAPÍTULO 24
Daiana salió de la mansión con pasos firmes, sujetando con fuerza la muñeca de Javier y arrastrándolo con ella sin mirar atrás solo pensaba que le estaba salvando la vida al tonto y torpe que la tenía loca de amor. Él apenas podía seguirle el ritmo sin tropezar con sus propios pies.—¿A dónde vamos? —exclamó con nerviosismo, sintiendo un sudor frío recorrer toda su espalda.Daiana no le respondió de inmediato. En cambio, abrió la puerta de su auto con un movimiento brusco y lo miró con esa intensidad que siempre lograba ponerlo en más nervioso y en jaque mate.—A mi casa —dijo simplemente Daiana antes de subirse al vehículo.Javier tragó saliva, ¿por qué irían a la casa de esa hermosa mujer?.¿Había hecho algo malo? ¿Estaba enojada con él? ¿Iba a matarlo y enterrar su cuerpo en el patio?Con una torpeza natural en él, subió apresurado, pero en el proceso casi se machuca un dedo al cerrar la puerta. Se quejó por lo bajo, pero prefirió no decir nada. Lo último que necesitaba era darle m
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