El ambiente estaba cargado de energía. Oriana apenas podía mantenerse en pie, su cuerpo vibraba con el eco de la magia que ahora la atravesaba. No era solo poder… era memoria, era historia, era destino.Oscar yacía en la cama, pálido y con la respiración entrecortada. Cada herida que llevaba era un recordatorio del precio que estaban pagando. Gabriel no se apartaba de su lado, con la mandíbula apretada y los puños cerrados.Oriana cerró los ojos. Las voces del pasado llamaban, cada vez con más fuerza.Y entonces, sintió el tirón en su mente.Una llamada del pasado la envolvió como una niebla densa y la arrastró.Oriana se encontraba nuevamente frente a su madre, pero esta vez, su cuerpo era el de una niña pequeña. Su madre la tomó entre sus brazos y la llevó a un rincón apartado del bosque.—Escúchame bien, Oriana. —La voz de su madre era dulce, pero cargada de un peso que la niña aún no podía comprender—. Hay cosas que necesito que recuerdes. Hace muchos años, cuando eras pequeña, te
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