De pie, junto a una mesa sucia, con la mirada fija en alguien más. No había miedo en su expresión. No había sorpresa. Solo una calma feroz, una especie de tregua interior.Junto a ella, de espaldas, estaba un hombre. Alto. De hombros amplios. El cabello despeinado, la camisa rasgada. Sostenía un vaso con líquido ámbar en una mano.Fiorella no se movió. No gritó, solo alzó una ceja, como si lo hubiese estado esperando.El hombre, al escuchar el sonido del metal arrastrado, giró lentamente.Y el mundo de Vittorio se detuvo.“Antonio”. ERa él, era Antonio, al que estaba buscando con anterioridad. Vivo, y ahora frente a él, no podía creerlo después de buscarlo él mismo había decidido ir con el.Sus ojos se abrieron de par en par bajo la máscara de lobo. No podía creer lo que veían.Antonio lo miró sin miedo. Sus ojos tenían la misma intensidad de siempre, pero también algo más… un cansancio, un rencor antiguo, una chispa peligrosa.—Hola, Vittorio —dijo Antonio, con voz grave, como quien
Leer más