Todos os capítulos do Matrimonio forzado con el cruel jefe de la mafia: Capítulo 121 - Capítulo 124
124 chapters
Planes
Vittorio avanzaba alrededor de él, despacio, como un depredador que aún no ha decidido si va a matar a su presa o a aliarse con ella. Sus pasos eran seguros, su rostro tenso, la mirada fija en cada gesto, cada respiro que Antonio soltaba con esa sonrisa de medio lado, tan conocida como peligrosa.—Está bien —dijo por fin Vittorio, con voz grave—. Te ayudaré. Pero hay una línea que no vas a cruzar, Antonio. Y el primero, el más importante, es Aurora. No voy a dejar que le hagas daño a Aurora. No lo voy a permitir.Antonio alzó la mirada y la sonrisa se le ensanchó, abierta, sin máscaras, con esa seguridad de quien conoce bien las fisuras del otro.—¿Daño? —repitió, casi ofendido, casi divertido—-Jamás quise hacerle daño. La quiero, Vittorio. Al igual que tú. Además no es mi estilo. Aurora no es un obstáculo... es un símbolo. La queremos, sí. Tú, yo, incluso Dante. Pero aquí no estamos hablando de amor, Vittorio. Estamos hablando de poder, de estrategia, de supervivencia.Hizo una pausa
Ler mais
Ejecución
Días después La bodega ahora parecía un centro de mando clandestino. Lo que antes era solo un espacio polvoriento y olvidado, se había transformado en el núcleo de una conspiración. Sobre una mesa oxidada, Antonio extendió unos planos que había conseguido del terreno alrededor de la mansión de Dante. Había papeles con fotografías, reportes, mapas de vigilancia, horarios. Nada estaba improvisado.Fiorella se sentó en una caja de madera con la elegancia de una reina en su trono. Observaba a los hombres con el gesto analítico de quien sabe que, si no los mantiene enfocados, pueden destruirlo todo por orgullo.Vittorio se mantenía de pie, en silencio, mirando los documentos con los brazos cruzados. Su expresión era la de alguien que aún se resistía internamente, pero cuyo deber ya había sido elegido. No estaba cómodo, pero estaba decidido, además era más que una promesa.—Dante no es estúpido —dijo Antonio, señalando una zona en los planos—. Tiene cámaras aquí, aquí y aquí. Pero no conf
Ler mais
Como pez en al agua
La mansión de Dante había cambiado. Ya no era lúgubre, fría, vacía, ahora se sentía calor de un hogar, las risas de Aurora lo habían cambiado todo, incluso a él. Aunque seguía siendo el hombre frío, cruel, y déspota. Con Aurora había conocido a un hombre que no conocía ni el mismo, romántico, detallista y hasta había despertado el buen sentido del humor.Solo que había algo en el aire, una vibración sutil que anunciaba que las máscaras estaban por caer, algo que le decía que no todo estaba bien y que no debía bajar la guardia, y menos ahora que Alonzo se había ido por dos meses, ahora estaba solo por así decirlo.Dante no dormía. Había noches que no conciliaba más de unas horas de sueño. Su instinto, ese que tantas veces lo había salvado, no lo dejaba en paz. Algo no encajaba. No era un dato concreto, ni una amenaza específica. Era una suma de gestos, vacíos, demoras en los reportes, miradas esquivas entre sus hombres.Y luego estaba Cristian.Su sombra había empezado a notarse más d
Ler mais
Descubiertos
Dante limpio su camisa, sudor y subió a la habitación, debía hablar con Aurora, ponerla a salvo para lo que se venía, ya había hablado con Alonzo y el se encargaría de protegerla hasta con su propia vida si fuese necesario.Dante se acercó a Aurora con una carpeta en mano y una sonrisa persuasiva.—¡Hola bonita!, necesito un favor importante. Tengo unos documentos que debo enviar a Alonzo, quien está actualmente en Bolonia. Me preguntaba si podrías ser tú quien los lleve —dijo mientras se acercaba a ella, y la tomaba de la cintura.Aurora levantó una ceja, intrigada por la petición.—¿Por qué yo? —preguntó Aurora con curiosidad. Dante se encogió de hombros y respondió.—Porque eres la única en quien confío plenamente. Sé que puedo contar contigo para que estos documentos lleguen a Alonzo de manera segura y sin contratiempos. Aurora pareció dudar por un momento antes de hacer otra pregunta.—Está bien, iré a Bolonia —dijo finalmente—. Pero no iré sola. ¿Quién me acompañaráDante son
Ler mais
Digitalize o código para ler no App