Cayó la noche y el bullicio del bar disminuía poco a poco. Aún me encontraba sentado en aquella sala, mirando las runas de mi muñeca y pensando en lo que acababa de pasar. Esto no era para nada lo que tenía planeado, pero al final terminé aceptando todo lo que sucedió. Honestamente, pude haberme negado; pude haber salido de aquel bar en lugar de mostrar mis poderes a ese enano, pero por alguna razón me sentía mal faltando a la promesa que le había hecho a Sora. Sí, lo sé. Técnicamente yo no prometí nada, pero algo dentro de mí me hacía sentir empatía y cariño por él. Tal vez los sentimientos más fuertes de Aldric también terminaban impactando en mí. Me pasó con Aranis y ahora con Sora. Debía ser cuidadoso, porque, de no serlo, esto podría llegar a ser peligroso para mí en el futuro. Aunque, pensándolo detenidamente, ya había pasado ese punto. No es como si ese dichoso torneo fuera muy seguro; de hecho, con el simple hecho de negarme a participar, las runas en mi muñeca podrían mat
Leer más