Sora me siguió, pero al estar ambos del otro lado el se quedó en el suelo, se veía muy asustado y no parecía que se levantaría pronto. Así que, para darle valor, salí primero de aquel jardín de malezas y me dirigí a la fuente, donde estaban todas las sacerdotisas, pensando que con esto lo obligaría a salir conmigo.Al verme, las chicas se sobresaltaron y escuché uno que otro grito ahogado. Rápidamente levanté las manos.—Tranquilas, señoritas. Solo estoy buscando a una amiga.Las chicas dieron un paso hacia atrás, asustadas, pero aparentemente no representé una amenaza para ellas, ya que me hicieron el gran favor de no gritar ni salir corriendo presas del miedo.Di un par de pasos al frente, hasta que una cara conocida se asomó entre el grupo.—¿Aldric? ¿Qué haces aquí?Era Marybeth. Sus hermosos ojos verdes me miraron fijamente y, de inmediato, dirigió su atención hacia mis espaldas.—¿Está todo bien?Era obvio
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