Salí de mi habitación y bajé al bar en busca de Sora. El lugar estaba a reventar, como de costumbre, pero encontrarlo era fácil si sabías dónde buscar. Me escabullí entre la multitud hasta llegar a la barra, donde lo vi en un extremo, sentado y coqueteando con una hermosa chica. Su túnica blanca delataba que era algún tipo de sacerdotisa o tal vez alguna maga. Ella parecía hipnotizada por las palabras de Sora, claramente una chiquilla sin experiencia… justo como le gustaban. Me acerqué y le di una ligera palmada en el hombro.—Vamos, hay que comprar algunas cosas.Sora volteó a verme y, al escuchar mi solicitud, abrió los ojos con sorpresa y emoción. Se despidió de la chica, que no pudo evitar mostrar una expresión de decepción al verlo partir.—Se ve triste… —comenté con una sonrisa burlona mientras salíamos del bar.—¿La puedes culpar? Se perdió de todo esto. —Respondió, señalando su propio cuerpo con una sonrisa—. ¿Y entonces, a dónde vamos?—Pensé en comprar
¿Y qué hacía tan especial a esta armadura? Pues, técnicamente, todo elemento expuesto a la magia primigenia solía utilizarse para potenciar la magia del usuario.Y considerando que en este mundo la gente con afinidad mágica era rara, las piezas que aumentaban el poder mágico eran increíblemente escasas y muy buscadas. A eso había que sumarle que esta armadura estaba hecha de un animal igual de raro.Ahora entendía por qué el herrero jamás nos había mencionado su existencia.—Esto... es demasiado. ¿De verdad nos la darás así sin más? —pregunté, genuinamente preocupado.Sabía que una armadura así podría resolverle la vida a cualquiera si la vendía a la persona correcta.—No tienes porqué preocuparte... Sé lo que vale, no soy idiota. — Comenzó a decir mientras bajaba el tono de voz. — Pero me gusta mi trabajo y jamás tuve una familia, así que el dinero no es algo que me quite el sueño. Lo que yo de verdad deseo, es que mi trabajo trascienda
El proceso para desprenderme de la armadura fue difícil y algo desagradable. El hecho de tener esa cosa ligada a mi alma me hacía sentir como si me estuviera quitando una parte importante de mi cuerpo… casi como arrancarme una mano.Metimos todo en un gran saco y nos dirigimos a la posada. Estaba casi anocheciendo, las calles ya no estaban tan abarrotadas y la mayoría de los puestos y locales estaban cerrados.Al llegar, Sora se abrió paso entre la multitud hasta llegar al bartender.—¡Oye! ¿Dónde está Mary?El bartender lo miró con desagrado.—¿Puedes dejarla tranquila? Ya te dijo que no quiere verte.Me senté al lado de Sora e intenté averiguar quién era Mary, dando un vistazo a los recuerdos de Aldric.Al parecer, Sora había tenido un romance con la hija del bartender, pero no terminó nada bien, esto, principalmente por su mala costumbre de engañar a las mujeres o al menos eso era lo que decían los rumores, ya que al
Al despertar, Sora ya me esperaba fuera del bar, sentado en las escaleras de la entrada, a pie de calle. Aún era bastante temprano, y apenas había gente en los alrededores.Unos tenues rayos de sol se asomaban entre los edificios. Hacía algo de frío, pero, aun así, se sentía un ambiente bastante agradable.—Despertaste temprano —le dije sonriendo mientras pasaba a su lado, bajando de un salto las tres escaleras de la entrada.—¿Bromeas? Ni siquiera pude dormir, amigo. Los nervios me están matando —respondió mientras se levantaba y se echaba a la espalda el gran saco de equipo qué estaba en el suelo.Me estiré un poco mientras miraba a mi alrededor y exhalaba aire fresco.—Bueno... La verdad es raro verte nervioso por culpa de una chica —dije con algo de dificultad mientras terminaba de estirarme.—Cállate... Ni siquiera sé cómo reaccionará al verme. Seguro me odia —dijo preocupado, parándose a mi lado.—Le das muchas vue
Sora me siguió, pero al estar ambos del otro lado el se quedó en el suelo, se veía muy asustado y no parecía que se levantaría pronto. Así que, para darle valor, salí primero de aquel jardín de malezas y me dirigí a la fuente, donde estaban todas las sacerdotisas, pensando que con esto lo obligaría a salir conmigo.Al verme, las chicas se sobresaltaron y escuché uno que otro grito ahogado. Rápidamente levanté las manos.—Tranquilas, señoritas. Solo estoy buscando a una amiga.Las chicas dieron un paso hacia atrás, asustadas, pero aparentemente no representé una amenaza para ellas, ya que me hicieron el gran favor de no gritar ni salir corriendo presas del miedo.Di un par de pasos al frente, hasta que una cara conocida se asomó entre el grupo.—¿Aldric? ¿Qué haces aquí?Era Marybeth. Sus hermosos ojos verdes me miraron fijamente y, de inmediato, dirigió su atención hacia mis espaldas.—¿Está todo bien?Era obvio
Caminamos en silencio por las calles abarrotadas de gente hasta llegar al bar.El lugar estaba lleno, como de costumbre. Nos dirigimos a la parte trasera, donde habíamos tenido la reunión con los miembros del comité del torneo. El padre de Mary nos vio pasar desde detrás de la barra; supuse que entendió todo lo ocurrido esa mañana con solo mirar a Sora, pero no nos dijo nada.Sora se desplomó en una silla mientras yo cerraba la puerta.—Lo siento —dijo el chico, cabizbajo.—¿De qué hablas? —le pregunté extrañado mientras me sentaba en una silla al extremo de la sala.—Ella no nos ayudó con las bendiciones por mi culpa.—¿De verdad eso es lo que te preocupa?Sora se quedó en silencio un momento, probablemente reviviendo todo lo sucedido. Por su mirada, parecía estar culpándose por lo que había dicho.No sabía qué decirle; aún era complicado tratar con él. Sentía un aprecio enorme por aquel chico, pero sabía que s
La noche cayó sobre la Puerta oculta, sumiendo la ciudad en un manto de sombras y luces titilantes. El aire nocturno estaba impregnado del aroma a leña quemada y especias provenientes de los puestos que aún permanecían abiertos. Sentado junto a Sora, el viejo Cian y Gallen, repasábamos los últimos preparativos antes de partir hacia el gran coliseo. La tensión flotaba en el ambiente, pero también había un aire de expectativa.—No sabía que también tenías que entrar con nosotros al torneo —dije, dirigiéndome a Cian, el herrero, con curiosidad.El anciano levantó la mirada y esbozó una sonrisa.—Bueno, técnicamente no competiré como ustedes. Pero sí, mi deber será asistirlos durante su participación. No querrán poner sus vidas en manos de un desconocido, ¿o sí? —dijo, cruzándose de brazos con aire desafiante.—No me malinterpretes, me siento más tranquilo sabiendo que tú serás nuestro soporte. Pero… ¿no tienes problema con dejar tirado tu negocio hasta que termine el torneo? —le pregunté
El camino al coliseo fue un tanto ajetreado. La gente se amontonaba para intentar ver a los participantes, con la ilusión de obtener información privilegiada para las apuestas que se avecinaban. Pero, una vez dentro, todo fue más tranquilo. Ahora, sin embargo, podía sentir las miradas de todos los participantes sobre nosotros.El torneo no comenzaría sino hasta el día siguiente por la tarde, así que nos llevaron a una enorme sala donde podríamos dormir y preparar nuestro equipo hasta que subiéramos en la clasificación.—Una sala comunal, ¿eh? —dijo Sora, observando los alrededores con las manos en la nuca—. No es exactamente lo que tenía en mente.—El torneo está por comenzar... Es muy pronto para que puedas exigir lujos —le contesté, sonriendo ante su comentario—. Aún faltan unas 24 horas para que inicie, y veo más de 50 participantes... En promedio, cada año hay entre 100 y 200. Es ilógico pensar que a cada uno le tocará una habitación privada desde el inicio.—Claro... —dijo Sora,