El recuerdo terminó abruptamente y, al volver a la realidad, aquella hermosa elfa continuaba hablando. —...El torneo está a nada de iniciar, y aún tenemos muchos lugares que visitar. —Sí... Supongo que están aquí para evaluarnos de alguna forma, ¿cierto? —dije con más seguridad, ahora que tenía un poco más de contexto sobre la situación. —¡Estamos aquí para evaluarte a ti, muchacho idiota! ¡¿Crees que perdería mi tiempo para ver al mono de tu amigo?! —explotó el enano furioso, vociferando mientras se levantaba de la silla, decidido a golpearme. La elfa volvió a detenerlo tomándolo del hombro. Él se contuvo una vez más, quedándose de pie en su lugar, rabiando en silencio. —De acuerdo... —dije algo nervioso. Era evidente que habían venido a ver con sus propios ojos al mago ofensivo con el cual, seguramente, Sora había endulzado la solicitud de inscripción. Pero en realidad no sabía exactamente qué debía mostrarles. Si les ense
Cayó la noche y el bullicio del bar disminuía poco a poco. Aún me encontraba sentado en aquella sala, mirando las runas de mi muñeca y pensando en lo que acababa de pasar. Esto no era para nada lo que tenía planeado, pero al final terminé aceptando todo lo que sucedió. Honestamente, pude haberme negado; pude haber salido de aquel bar en lugar de mostrar mis poderes a ese enano, pero por alguna razón me sentía mal faltando a la promesa que le había hecho a Sora. Sí, lo sé. Técnicamente yo no prometí nada, pero algo dentro de mí me hacía sentir empatía y cariño por él. Tal vez los sentimientos más fuertes de Aldric también terminaban impactando en mí. Me pasó con Aranis y ahora con Sora. Debía ser cuidadoso, porque, de no serlo, esto podría llegar a ser peligroso para mí en el futuro. Aunque, pensándolo detenidamente, ya había pasado ese punto. No es como si ese dichoso torneo fuera muy seguro; de hecho, con el simple hecho de negarme a participar, las runas en mi muñeca podrían mat
Salí de mi habitación y bajé al bar en busca de Sora. El lugar estaba a reventar, como de costumbre, pero encontrarlo era fácil si sabías dónde buscar. Me escabullí entre la multitud hasta llegar a la barra, donde lo vi en un extremo, sentado y coqueteando con una hermosa chica. Su túnica blanca delataba que era algún tipo de sacerdotisa o tal vez alguna maga. Ella parecía hipnotizada por las palabras de Sora, claramente una chiquilla sin experiencia… justo como le gustaban. Me acerqué y le di una ligera palmada en el hombro.—Vamos, hay que comprar algunas cosas.Sora volteó a verme y, al escuchar mi solicitud, abrió los ojos con sorpresa y emoción. Se despidió de la chica, que no pudo evitar mostrar una expresión de decepción al verlo partir.—Se ve triste… —comenté con una sonrisa burlona mientras salíamos del bar.—¿La puedes culpar? Se perdió de todo esto. —Respondió, señalando su propio cuerpo con una sonrisa—. ¿Y entonces, a dónde vamos?—Pensé en comprar
¿Y qué hacía tan especial a esta armadura? Pues, técnicamente, todo elemento expuesto a la magia primigenia solía utilizarse para potenciar la magia del usuario.Y considerando que en este mundo la gente con afinidad mágica era rara, las piezas que aumentaban el poder mágico eran increíblemente escasas y muy buscadas. A eso había que sumarle que esta armadura estaba hecha de un animal igual de raro.Ahora entendía por qué el herrero jamás nos había mencionado su existencia.—Esto... es demasiado. ¿De verdad nos la darás así sin más? —pregunté, genuinamente preocupado.Sabía que una armadura así podría resolverle la vida a cualquiera si la vendía a la persona correcta.—No tienes porqué preocuparte... Sé lo que vale, no soy idiota. — Comenzó a decir mientras bajaba el tono de voz. — Pero me gusta mi trabajo y jamás tuve una familia, así que el dinero no es algo que me quite el sueño. Lo que yo de verdad deseo, es que mi trabajo trascienda
El proceso para desprenderme de la armadura fue difícil y algo desagradable. El hecho de tener esa cosa ligada a mi alma me hacía sentir como si me estuviera quitando una parte importante de mi cuerpo… casi como arrancarme una mano.Metimos todo en un gran saco y nos dirigimos a la posada. Estaba casi anocheciendo, las calles ya no estaban tan abarrotadas y la mayoría de los puestos y locales estaban cerrados.Al llegar, Sora se abrió paso entre la multitud hasta llegar al bartender.—¡Oye! ¿Dónde está Mary?El bartender lo miró con desagrado.—¿Puedes dejarla tranquila? Ya te dijo que no quiere verte.Me senté al lado de Sora e intenté averiguar quién era Mary, dando un vistazo a los recuerdos de Aldric.Al parecer, Sora había tenido un romance con la hija del bartender, pero no terminó nada bien, esto, principalmente por su mala costumbre de engañar a las mujeres o al menos eso era lo que decían los rumores, ya que al
Al despertar, Sora ya me esperaba fuera del bar, sentado en las escaleras de la entrada, a pie de calle. Aún era bastante temprano, y apenas había gente en los alrededores.Unos tenues rayos de sol se asomaban entre los edificios. Hacía algo de frío, pero, aun así, se sentía un ambiente bastante agradable.—Despertaste temprano —le dije sonriendo mientras pasaba a su lado, bajando de un salto las tres escaleras de la entrada.—¿Bromeas? Ni siquiera pude dormir, amigo. Los nervios me están matando —respondió mientras se levantaba y se echaba a la espalda el gran saco de equipo qué estaba en el suelo.Me estiré un poco mientras miraba a mi alrededor y exhalaba aire fresco.—Bueno... La verdad es raro verte nervioso por culpa de una chica —dije con algo de dificultad mientras terminaba de estirarme.—Cállate... Ni siquiera sé cómo reaccionará al verme. Seguro me odia —dijo preocupado, parándose a mi lado.—Le das muchas vue
Sora me siguió, pero al estar ambos del otro lado el se quedó en el suelo, se veía muy asustado y no parecía que se levantaría pronto. Así que, para darle valor, salí primero de aquel jardín de malezas y me dirigí a la fuente, donde estaban todas las sacerdotisas, pensando que con esto lo obligaría a salir conmigo.Al verme, las chicas se sobresaltaron y escuché uno que otro grito ahogado. Rápidamente levanté las manos.—Tranquilas, señoritas. Solo estoy buscando a una amiga.Las chicas dieron un paso hacia atrás, asustadas, pero aparentemente no representé una amenaza para ellas, ya que me hicieron el gran favor de no gritar ni salir corriendo presas del miedo.Di un par de pasos al frente, hasta que una cara conocida se asomó entre el grupo.—¿Aldric? ¿Qué haces aquí?Era Marybeth. Sus hermosos ojos verdes me miraron fijamente y, de inmediato, dirigió su atención hacia mis espaldas.—¿Está todo bien?Era obvio
Caminamos en silencio por las calles abarrotadas de gente hasta llegar al bar.El lugar estaba lleno, como de costumbre. Nos dirigimos a la parte trasera, donde habíamos tenido la reunión con los miembros del comité del torneo. El padre de Mary nos vio pasar desde detrás de la barra; supuse que entendió todo lo ocurrido esa mañana con solo mirar a Sora, pero no nos dijo nada.Sora se desplomó en una silla mientras yo cerraba la puerta.—Lo siento —dijo el chico, cabizbajo.—¿De qué hablas? —le pregunté extrañado mientras me sentaba en una silla al extremo de la sala.—Ella no nos ayudó con las bendiciones por mi culpa.—¿De verdad eso es lo que te preocupa?Sora se quedó en silencio un momento, probablemente reviviendo todo lo sucedido. Por su mirada, parecía estar culpándose por lo que había dicho.No sabía qué decirle; aún era complicado tratar con él. Sentía un aprecio enorme por aquel chico, pero sabía que s