Todos los capítulos de UN CONTRATO CON EL CEO. Engaños de Amor: Capítulo 101 - Capítulo 110
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CAPÍTULO 101. ¡Yo no hice esto, Ale... yo no lo hice!
CAPÍTULO 101. ¡Yo no hice esto, Ale... yo no lo hice!Scott se llevó una mano a la cabeza, aturdido.—No. No puede ser. ¿Cómo? —gruñó desesperado.—Podría darte una explicación larga que no entenderías, pero me di cuenta cuando estaba cerrando el paso de la gasolina apenas ocurrió todo. Hoy los peritos me lo confirmaron, el auto fue manipulado para provocar ese accidente.Scott miró a Sebastian con sorpresa e incredulidad. ¿Cómo podía estar ocurriendo esto? ¿Quién querría hacerle daño a Alejandra? Se esforzó por procesar toda esta información mientras su mente se llenaba de preguntas y teorías.Sebastián suspiró fuertemente mientras miraba a Scott con atención.—Ale me dijo que hay alguien tratando de hacerte daño desde hace mucho tiempo —dijo lentamente—. ¿No pensaste que podía seguirte hasta aquí?Scott negó.—Creí que si me iba de Estados Unidos todo eso quedaría atrás —respondió—. ¡Maldición! ¡Jamás he lastimado a nadie en mi vida como para que me persigan de esta forma! ¿Por qué?
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CAPÍTULO 102. Aprender de los errores
CAPÍTULO 102. Aprender de los errores—No... no yo hice esto... —Scott miraba aquel papel con desesperación, sin poder creer lo que tenía delante—. ¡Yo no hice esto, Ale... yo no lo hice!Pero por la rabia en la expresión de Alejandra era evidente que no le creía.—¿No lo hiciste? ¿Y de quién es la firma, Scott? —exclamó ella con los ojos llenos de lágrimas—. ¡Me mentiste! ¡Me dijiste que solo querías estar cerca de nosotras, cuando solo estabas buscando la oportunidad para quitarme a mi hija!Nunca en toda su vida Scott Hamilton se había sentido más desesperado ni más indefenso que en aquel momento. Ese papel tenía su firma, pero él no la había puesto ahí, y no tenía forma de demostrar eso.—¡Ale, escúchame por favor!—¡Lárgate de aquí! ¡Ni en sueños, Scott, ni en sueños te vas a llevar a mi niña!—¡Eso no es lo que quiero... Ale...! —intentó llegar a ella, pero Sebastian se metió en medio.—¡Scott, sal de aquí ahora mismo! —le exigió Sebastian, con un tono tan firme y determinado que
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CAPÍTULO 103. Esas mismas palabras...
CAPÍTULO 103. Esas mismas palabras...—¿Y qué querías que hiciera si es que no ves lo que tienes delante? —replicó Daniel y Scott se quedó impactado porque ni de lejos esperaba que admitiera que había hecho algo como aquello.—¿Por qué, Daniel? ¡Te lo dije, te lo dije bien claro, que no quería pelear por la custodia de Mar! —rugió Scott—. ¡Mi hija pertenece con su madre y yo pertenezco con ellas!—¿Y a dónde exactamente perteneces, Scott? ¿Diseñando juguetitos de mierda cuando tú has sido uno de los CEOs más importantes de América? —replicó Daniel con frustración—. ¿De verdad crees que eso puede hacerte feliz?—¡Sí, claro que sí! ¡Y además es mi decisión, no la tuya! —gruño Scott—. ¡No me importa si soy el dueño de una empresa o un simple desempleado, lo único que quiero es estar con Alejandra y con mi hija! ¿Por qué es tan difícil de entender para ti?Daniel caminó con frustración de un lado a otro mientras negaba, no entendía cómo Scott podía ser tan ciego.—¡Pero no estás con ella!
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CAPÍTULO 104. Algo más
CAPÍTULO 104. Algo másScott estaba frío como un bloque de hielo cuando Alejandra tomó su mano, y tenía la mirada perdida sobre la sábana blanca que la cubría. Sabía perfectamente lo que era ser traicionado por alguien en quien uno confiaba, pero en el caso de Scott era todavía peor, porque Alejandra sabía que Daniel había sido su mejor amigo desde que eran niños.—No, entiendo, Scott. ¿Estás seguro? —murmuró y él negó.—No lo sé, Ale, no quiero creerlo pero... ¡Pero es que si me pongo a sumar los malditos puntos, todo encaja! —gruñó Scott desesperado—. Después de que nos encontramos con Alberto en aquella fiesta, le pedí que te investigara, necesitaba saber qué había ocurrido y él... él contrató a un detective privado y fue quien vino a mí con toda la información. Él fue quien me trajo el audio, él fue quien visitó a Phelps en la cárcel y escuchó su supuesta confesión de que tú estabas detrás de todo el robo en la empresa...Scott se levantó y caminó desesperado por la habitación.—S
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CAPÍTULO 105. Luego decidiremos qué hacer
CAPÍTULO 105. Luego decidiremos qué hacerScott sintió como si una pesada piedra cayera en su estómago. Jamás se había fijado en todo eso, pero solo ahora que lo pensaba esas palabras de Daniel tenían sentido: "¿¡Cómo es que nunca ves lo que hago por ti!?"—No lo entiendo... ¿Qué quieres decir? ¿Que Daniel está... enamorado de mí o algo? —espetó incrédulo—. Pero Daniel no es gay...—Eso no lo sabes, quizás solo es bueno ocultándolo —replicó Sebastian—, pero te puedo asegurar que lo que yo escuché hoy fue una riña de marido y... marido. No sé qué tenga ese hombre contigo, pero el nivel de toxicidad que hace falta para meter una demanda en tu nombre, para reclamar a tu hija por ti... Eso no es por dinero, te lo aseguro.Todos se quedaron en silencio durante un largo momento, hasta que Alejandra despegó los labios para soltar aquella bomba.—Quizás eso no es lo que quiere. Reclamar a Mar, quedarse con ella —murmuró—, a lo mejor no es lo que está buscando.—¿Entonces qué busca? —la interr
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CAPÍTULO 106. Para eso son los amigos
CAPÍTULO 106. Para eso son los amigosAlejandra abrazó con fuerza a Mar y Scott bajó la cabeza, mesándose los cabellos como si quisiera arrancárselos.—Este tribunal declara la demanda del señor Scott Hamilton: improcedente, y queda denegada de inmediato —sentenció el juez golpeando con su mazo.Alejandra y Scott se miraron por encima de toda aquella gente y él apretó los labios con impotencia antes de salir del tribunal como alma que llevaba el diablo. Se detuvo en el estacionamiento y pateó su coche con desesperación.—Creíste que no te iba a importar —dijo una voz detrás de él y el rostro de Scott se encendió de ira cuando vio a Daniel.—¡Déjame en paz! —gruñó, pero su amigo no tenía ninguna intención de irse.—Creíste que no te iba a importar que Mar no fuera tu hija, pero no es así ¿verdad? —insistió Daniel—. ¡Sí que te importa!—¡Que me dejes, carajo! —vociferó Scott con los ojos cristalizados, pero él no se movió—. ¿¡Ya estás feliz!? ¿¡Satisfecho!?—¡Claro que no, Scott! Solo q
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CAPÍTULO 107. Yo ya era Scott Hamilton antes de que llegaras a mi vida
CAPÍTULO 107. Yo ya era Scott Hamilton antes de que llegaras a mi vida—¿Estás loco? ¡Vas a hacer que me dé un infarto! —lo regañó, pero se calmó del todo en cuanto él le dirigió aquella sonrisa moja bragas que esta vez venía con un poco de tristeza.—Solo quería pasar a despedirme, y ya sabes que no puedo hacerlo por la puerta principal —murmuró Scott llegando junto a ella.Se sentó al borde de la cama, tomó su mano y la besó con suavidad.—¿Crees que Daniel se haya tragado el teatro? —preguntó la muchacha con preocupación.—Creo que sí. —Scott hizo silencio por un momento—. Te juro que lo vi en sus ojos, Ale. De verdad piensa que solo porque Mar no sea mi hija yo puedo dejarlas. Lo apostó todo por eso y cree que ganó, así que tenemos que aprovechar esa ventaja. Mañana por la mañana nos vamos a Inglaterra.Ella respiró con ansiedad, porque aquel mal presentimiento no la abandonaba. Ahora sabían que Daniel era capaz de todo, el problema era que no podían probarlo.No podían probar que
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CAPÍTULO 108. CAPÍTULO 72. Una sociedad
CAPÍTULO 108. CAPÍTULO 72. Una sociedadUnos días antesScott tocó a la puerta de la casa de Alejandra y Lucy le abrió, dirigiéndole al instante una mirada risueña y demasiado llena de amabilidad.—Scott... ¿cómo estás? Mar no se encuentra aquí, Sebastian se los llevó a ella y al abuelo hace un rato.—No te preocupes, vengo de verlos, el problema es que dejaron algo importante de la nena en su habitación y vengo a buscarlo. Con permiso.Scott pasó a su lado y si se hubiera dado la vuelta a verla una sola vez siquiera, se habría dado cuenta de la forma en que Lucy se quedaba mirándolo... pero Scott estaba demasiado concentrado en aquel momento en encontrar lo que Alejandra le había pedido.Se metió al cuarto de su hija y se agachó bajo la cuna, levantándola un poco y tanteando el fondo hasta encontrar aquel sobre, lo despegó y se sentó en el suelo, observándolo. Era un simple sobre blanco, pero lo que había dentro estaba lejos de ser simple.La única hoja que había estaba reparada, ras
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CAPÍTULO 109. Suéltame, Alejandra
CAPÍTULO 109. Suéltame, AlejandraLa abrazó, la besó, la escuchó protestar y no le hizo ningún caso mientras Alejandra lo golpeaba furiosamente... con un cojín.—No me dolió —gruñó Scott sobre su boca porque sentía que cada vez lograba enojarla más cuando la besaba y según el abuelo, enojada era bueno.—¡Si me sigues besando así otra cosa es la que te va a doler! —replicó ella y Scott tiró de su silla hacia el centro de la habitación, sentándose él en uno de los divanes para quedar a su altura.—¿Cómo estás, nena? ¿Mar, el abuelo? —le preguntó con un nudo en la garganta porque los había extrañado mucho.—Todos están bien. Mira. —Le mostró docenas de videos que le había hecho de Mar, Beast y el abuelo, y Alejandra mientras pidió la cena a la habitación porque él no podía separarse del teléfono.—¡Dios, cómo extraño a esa princesa! —susurró.—Mar también te extraña —replicó Alejandra—. Y vas a estar con ella muy pronto.—¡Por dios dime que me tienes alguna buena noticia porque me estoy
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CAPÍTULO 110. Me gusta cuando te vuelves salvaje
CAPÍTULO 110. Me gusta cuando te vuelves salvajeAlejandra no supo por qué, pero de repente las manos le temblaron y soltó a Scott con un movimiento que lo hizo sonreír. Sin embargo en el fondo, en lo más hondo de sus ojos, podía ver el deseo y la determinación de aquel hombre.—Scott... no... —Pero por muy indignada que quisiera parecer, a él no le habían pasado desapercibidas sus pupilas dilatadas y la respiración irregular a la que se movían sus pechos—. Espera...Pero ya era demasiado tarde, porque si había algo que no estaba intentando negar Scott Hamilton, era que se moría por ella.Asaltó sus labios con un beso lleno de añoranza, uno que no daba lugar ni espacio para peleas ni juegos de palabras y un segundo después la levantaba en brazos y se la llevaba a la cama a la luz tenue de la chimenea.—Scott, espera, no podemos... —susurró ella contra sus labios cuando él la sentó al borde de la cama.—Ábrela —gruñó demandante—. Abre la boca, Ale, ábrela.Y ella no tuvo más remedio qu
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