Cap. 81. ¿Quién pagó por Marina?
Narrador omnisciente:El olor a desinfectante y medicamento rancio impregnaba cada rincón del hospital público, y a Marina le revolvía el estómago con cada bocanada de aire. Apretaba los labios, torciendo la boca con desdén mientras paseaba la mirada por los otros pacientes.Desde el incidente con Leonardo, había tenido que soportar un lugar así, rodeada de camas improvisadas, cortinas manchadas y suspiros agónicos. No estaba allí por enfermedad propia, sino por un deber que aborrecía.—Madre, aquí está todo lo que pediste. Me voy, no soporto este lugar, este olor me revuelve el estómago —dijo Marina con asco, estirando una bolsa de plástico mugrienta hacia Lucía.Lucía negó con la cabeza, cansada, y con el rostro marchito por el estrés.—No te vayas todavía, hija… quédate conmigo unos minutos —suplicó.Marina rodó los ojos con fastidio.—Mamá, no tenemos por qué seguir aquí. Volvamos al apartamento de este inútil. Déjalo solo, ya está.—No puedo, Marina. Alguien tiene que quedarse a
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