Pero, yo sabía que, por mucho que no quisiera, al final firmaría. Porque su amada Luna, si no recibía atención médica de inmediato, moriría.Mi madre, al escuchar que el estado de Luna no podía esperar, se desesperó hasta casi volverse loca. Agarró la mano de David y le rogó, con lágrimas en los ojos, que salvara a Luna, casi como si estuviera a punto de arrodillarse ante él.Su actuación era tan convincente que parecía digna de ganar un premio Oscar.A veces, en serio admiro mucho a Luna. Admiro su habilidad para lograr que una madre, que es capaz de tratar con tanta crueldad a la hija que llevó en su vientre durante nueve meses, sea tan buena y amable con ella.Ese talento no es algo que cualquiera pueda igualar.Tal como lo imaginé, aunque no quisiera, David terminó firmando el acuerdo de divorcio.Cuando firmó, sus ojos estaban tan rojos como los de un demonio, llenos de furia contenida.Entiendo de dinero, y pude imaginar el dolor que sentía al tener que ceder la mitad de su fortu
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