Me incliné hacia Mila y le susurré unas palabras al oído. Ella dejó de insistir en acompañarme.Sin embargo, no pudo evitar mirarme con preocupación mientras yo subía al auto.Incluso cuando el auto se alejó, ella seguía en el mismo lugar, viéndome partir.Ese gesto me ablandó el corazón.Tengo una amiga tan maravillosa, una carrera que amo con todo mi corazón y sueños que quiero cumplir. Mi futuro es brillante. Debo escapar lo antes posible de esta vida miserable.David, quizá intentando romper el hielo, preguntó:—¿Qué fue lo que le dijiste para que no insistiera en venir contigo?Lo miré de reojo.—¿Y a ti eso qué te importa?Sus manos, apoyadas en sus piernas, se tensaron, como si estuviera haciendo un gran esfuerzo por contener su ira.Qué difícil debe ser para alguien tan arrogante como él.Parecía que quería seguir hablando, pero yo ya había desviado mi mirada hacia la ventana, dejando claro que no quería hablar.Sin embargo, él no entendió la indirecta. En lugar de callarse, to
—¡Barbara! ¡Qué cruel puedes ser! ¡Luna está en la sala de emergencias luchando por su vida, y tú no te dignas ni siquiera a contestar nuestras llamadas!Además de las llamadas insistentes de David, mis padres también me habían estado llamando una y otra vez. Sin embargo, no contesté ninguna.Antes de que pudiera apartarme, David se metió para bloquear los intentos de mi madre de golpearme.—Mamá, no te enojes, Esmeralda ya está aquí.La imponente figura de David bloqueó completamente a mi madre, evitando que siquiera me tocara.Si esto hubiera pasado antes, probablemente me habría sentido conmovida al verlo protegerme de esa manera. Pero ahora… yo solo podía reírme.—David, no la defiendas. ¡Está claro que quiere matar a Luna! ¡Luna está al borde de la muerte, al borde de la muerte repito!El cuerpo de mi madre temblaba de rabia. Era como si Luna estuviera realmente a punto de morir y yo, con mi crueldad, le estuviera robando la esperanza.Pero si alguien realmente está al borde de la
David estaba furioso. No podía entender cómo Esmeralda, que siempre había sido tan obediente, considerada y centrada en él, había cambiado así.Mis padres, que estaban a punto de acercarse para regañarme, se detuvieron al captar mi mirada.—¿No quieren acaso que me divorcie de David?Al comprender el mensaje implícito, se quedaron en silencio y, en lugar de seguir intentando reprenderme, se voltearon hacia David con un tono urgente.—David, ¡acepta el divorcio ya y no dilates más esto! ¡El cuerpo de Luna no puede esperar más!—¡Sí, David, firma de una buena vez! Si seguimos esperando, Luna… mi pobre Luna…David no dijo nada, pero las venas de sus puños sobresalían de una forma alarmante.Me impacientaba que no podía tomar una decisión. No pude evitar apurarlo:—David, ¡date prisa! Luna está en la sala de emergencias, luchando por su vida, esperando que tú la salves. ¡Es una vida humana! ¡Una vida que depende de ti!—Además, ella te salvó antes. Es tu ángel de la guarda. Y si dejamos la
Pero, yo sabía que, por mucho que no quisiera, al final firmaría. Porque su amada Luna, si no recibía atención médica de inmediato, moriría.Mi madre, al escuchar que el estado de Luna no podía esperar, se desesperó hasta casi volverse loca. Agarró la mano de David y le rogó, con lágrimas en los ojos, que salvara a Luna, casi como si estuviera a punto de arrodillarse ante él.Su actuación era tan convincente que parecía digna de ganar un premio Oscar.A veces, en serio admiro mucho a Luna. Admiro su habilidad para lograr que una madre, que es capaz de tratar con tanta crueldad a la hija que llevó en su vientre durante nueve meses, sea tan buena y amable con ella.Ese talento no es algo que cualquiera pueda igualar.Tal como lo imaginé, aunque no quisiera, David terminó firmando el acuerdo de divorcio.Cuando firmó, sus ojos estaban tan rojos como los de un demonio, llenos de furia contenida.Entiendo de dinero, y pude imaginar el dolor que sentía al tener que ceder la mitad de su fortu
Miré a David con seriedad y le dije:—No es chiste. Todo lo que digo es cierto. Si no me crees, pues puedes verificarlo por tú propia cuenta.David, al encontrarse con mi mirada seria, pareció no poder creer que fuera capaz de mentir tan descaradamente. Pero pronto, su mirada se llenó de una furia desbordante.—¡Esmeralda! Luna está en situación bastante crítica, firmé el acuerdo de divorcio como querías, ¿y ahora haces esto? ¿De verdad anhelas tanto que Luna muera?Él pensaba que estaba mintiendo, que después de haber conseguido que firmara el divorcio, ahora me estaba retractando y negándome a donar sangre.Siempre creyó que esos tres meses que pasé hospitalizada fueron fingidos. En su mente, no me había pasado nada.Aprendí que, cuando alguien no te ama, el nivel de indiferencia y distancia puede ser abrumador. Nos conocimos hace ocho años, llevamos cuatro casados, trabajamos juntos en construir su carrera, día y noche, los dos juntos para salir adelante desde abajo.Pero él siempre
Al ver cómo me ponía pálida de repente, David sonrió de una forma aterradora.—Esmeralda, no creas que sigo siendo el bobo de antes, al que podías manejar a tu antojo.Sus palabras claramente tenían un significado oculto, pero en ese momento yo no tenía ni el ánimo ni la energía para preocuparme por lo que quería insinuar. ¿Cuándo lo traté como si fuera un tonto? Mis pensamientos estaban concentrados en una sola cosa: ¿qué diablos hacía ahora?Había previsto que no permitirían que mi sangre, contaminada, se usara en Luna, pero no anticipé que David, tan avaro como siempre, sería capaz de llegar tan lejos. Incluso si mi sangre no era útil, insistía en que me la extrajeran.Mientras me debatía entre arriesgar mi vida donando sangre para cortar de una vez este matrimonio, mi madre intervino de la nada:—David, sé que estás muy enfadado, y yo también lo estoy. Pero, pase lo que pase, Barbara sigue siendo mi hija, la que llevé en mi vientre por nueve meses. Si ya no necesitan su sangre, no
—Esmeralda, si pudiera, volvería en el tiempo para nunca conocerte.Me miraba con esos ojitos, como si hubiera hecho algo que le rompiera el corazoncito, como si lo hubiera herido hasta el punto de querer renunciar a mí definitivamente.Ese dolor, incluso, hizo que mi corazón sintiera un leve remordimiento.Pero no lo mostré, no podía mostrar que aún me daba lástima. En cambio, le sonreí y le dije:—Yo por mi parte pues haría lo mismo.Si pudiera, él no sería nadie en mi vida.Si así fuera, ahora estaría en el laboratorio luchando por mis sueños, con un cuerpo completamente sano.Y no así, con el alma y el cuerpo llenos de cicatrices.Al escuchar mi respuesta, David de repente se echó a reír. Pero, no era una risita de esas normales, era una risa completamente desquiciada.—¡Bien! ¡Pues bien carajo! Esmeralda, ¡de verdad que eres muy buena en esto!Cuando lo amaba, hacía todo lo posible por él, cualquier cosa que estuviera a mi alcance.Pero cuando dejé de amarlo, incluso la persona qu
Brumeclair era una ciudad en las montañas por lo que cuando llegaba invierno este era frio. Y hoy había caído granizo.Llevaba una camiseta térmica de lana pegada al cuerpo, un chaleco y, por fuera, un abrigo largo que casi me llegaba a los tobillos. Aun así, el frío me hacía temblar.Yo siempre desde chiquita fui sensible al frío, pero después de mi accidente, aún más.Aun así, a pesar de estar temblando, tenía tan buen ánimo que casi que caminaba dando saltitos.Llegué al registro civil y, al ver que aún faltaba bastante tiempo, entré a una cafetería cercana.Me senté en una silla junto a la ventana, pedí un café y un sándwich para desayunar y, mientras comía, me dediqué a admirar el paisaje nevado.Desde siempre, el frío me ha dado escalofríos, pero, al mismo tiempo, adoro los días nevados.Poner fin a este matrimonio tan tormentoso en un día friolento, mi clima favorito, y empezar una nueva vida… Viéndolo bien, esto solo podía ser una buena señal.Justo cuando terminé mi desayuno,