Todos los capítulos de Vuelve conmigo, mi Esposa Millonaria: Capítulo 21 - Capítulo 30
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Capítulo 21. Un acto de caridad.
Alicia lo miró directamente a los ojos, su voz cargada de determinación.—¿Crees que puedes decidir por mí? ¿Me has preguntado si estoy dispuesta a dormir contigo en la misma habitación? Pues tengo noticias para ti. No dormiré en tu habitación, Axel. Prefiero quedarme en la mía. —dijo finalmente, rompiendo el silencio. Axel frunció el ceño, claramente sorprendido por su negativa, se quedó por unos segundos procesando lo que ella había dicho. Luego, como si la respuesta fuera obvia, levantó las cejas con un gesto que denotaba confianza.—¿Por qué no? Eres mi esposa y estás embarazada de mi hijo. Es natural que compartamos la habitación. Este asunto no es negociable.La respuesta de Axel, directa y carente de matices, hizo que Alicia apretara los labios, tratando de contener una risa sarcástica que amenazaba con escaparse. —Natural sería si nos amáramos, pero ese no es nuestro caso —respondió Alicia con frialdad —. Por si lo has olvidado, nuestro matrimonio fue solo un acto de caridad
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Capítulo 22. Mi esposa es millonaria.
La brisa suave de la tarde acariciaba las mejillas de Alicia mientras salía del hospital. Había tomado la decisión de marcharse sin avisar a nadie. No estaba dispuesta a tener más confrontaciones, con Axel.Necesitaba espacio, un lugar donde pudiera respirar y pensar con claridad.La idea de regresar al hotel no le resultaba atractiva. Había algo incómodo en permanecer en un lugar que ahora asociaba con el reciente caos. Entonces, casi por capricho, decidió hacer algo que pocas personas podían permitirse: decidió comprarse una villa en la ciudad donde vivía.Alicia sacó su teléfono y llamó a un agente inmobiliario de lujo que conocía. —Necesito una villa, la más costosa en la zona más lujosa y exclusiva de la ciudad —fue su orden.En menos de una hora, había cerrado el trato, el precio era exorbitante, pero para ella no significaba nada. Después de todo, era heredera de una fortuna considerable que rara vez utilizaba.Mientras se dirigía a su nueva propiedad, Alicia no pudo evitar s
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Capítulo 23. Bajo el mismo techo.
La noche había caído como un manto de terciopelo sobre la ciudad, y Axel conducía por las calles iluminadas, con la mandíbula apretada y los pensamientos dando vueltas en su cabeza. Había pasado horas buscando respuestas, tratando de entender cómo Alicia, la mujer que creía conocer, había sido capaz de ocultar algo tan fundamental como su verdadera identidad. Le molestaba la idea de que ella se hubiese burlado de él.Le había mentido haciéndole creer que sus padres habían muerto, y siempre se había mantenido en un perfil bajo, fingiendo ser una mujer de recursos limitados. ¿Por qué? ¿Qué ganaba con esa farsa?, se preguntó indignado.Cuando finalmente llegó a la imponente zona exclusiva donde se encontraba la villa, se quedó sorprendido por la magnitud y elegancia de la propiedad. Era evidente que Alicia no había escatimado en gastos. Se detuvo frente a la casa y descendió del vehículo, su figura alta y robusta, proyectando una sombra imponente bajo la tenue luz de las farolas. La v
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Capítulo 24. Verdades a media.
Axel, sentado junto a la barra todavía con el vaso de whisky en la mano, se quedó mirando a la mujer con los ojos entrecerrados, pero antes de poder responderle, habló ella sin poder ocultar su alegría.—¡No puedo creer que seas tú! —preguntó Miranda, cuyos ojos verdes brillaban con entusiasmo.Axel entrecerró los ojos, estudiándola en silencio por un momento antes de responder.—Miranda —dijo, finalmente, su tono controlado, sin rastro de emoción, aunque manteniendo la necesaria cortesía—, mucho gusto.Ella sonrió radiante, acercándose con intención de abrazarlo. Axel retrocedió un paso, manteniendo la distancia con un movimiento casi imperceptible.—Han pasado años. ¿Qué haces aquí? —preguntó, su voz baja y directa.Miranda, notando su frialdad, tomó asiento junto a él, disimulando su incomodidad con una sonrisa amable.—Me fui a continuar mis estudios en el extranjero, y luego decidí quedarme más tiempo. Trabajé duro, reuní capital y, después de varios años, fundé mi propia empresa
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Capítulo 25. Malas interpretaciones y decisiones.
La puerta de su habitación se abrió de golpe, rompiendo el silencio como un trueno. Stella apareció en el umbral, su rostro encendido de indignación, con un periódico sujeto en la mano.—¡¿Cómo pudiste hacerle esto a Alicia?! —espetó, agitando el periódico frente a él con furia.Axel frunció el ceño y se incorporó lentamente, apoyándose en los codos. Su expresión reflejaba una mezcla de cansancio y desagrado ante la interrupción.—¿De qué estás hablando, Stella? —preguntó con voz ronca.Stella avanzó hacia él, sus pasos resonando con fuerza sobre el suelo de madera. Le lanzó el periódico al regazo, apuntando con un dedo a la foto que ocupaba la portada.—¡De esto! —dijo, su tono cargado de acusación—. ¿Cómo pudiste aparecer en un bar con otra mujer mientras Alicia no estaba? ¿Es esto lo que haces? ¿Humillarla públicamente?Axel miró el periódico con indiferencia, su rostro impasible mientras sus ojos recorrían la imagen. Era la foto de su encuentro con Miranda, el saludo capturado des
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Capítulo 26. Persecución y un caos.
Alicia se quedó inmóvil, procesando sus palabras. Miró a Guillermo, quien simplemente inclinó ligeramente la cabeza en señal de respeto, pero no dijo nada.—¿Quedarte conmigo? —repitió Alicia, cruzando los brazos—. No entiendo por qué de repente decides venir.Stella dejó la maleta junto a la puerta y le lanzó una mirada llena de determinación.—Porque alguien tiene que cuidarte, Alicia. Mi hermano es un idiota, y no voy a quedarme de brazos cruzados mientras tú te enfrentas a todo esto sola, además, estás esperando a mi sobrino y quiero estar cerca de ti para evitarte el estrés. Y hacernos mutua compañía.Alicia soltó una risa amarga.—¿Y ahora decides preocuparte? No creo que Axel esté muy feliz con esto.Stella sonrió con un toque de desafío.—Pues él puede lidiar con eso. De todas formas, ¿no crees que es mejor tener compañía? Mira, traje a Guillermo también, para asegurarnos de que todo esté en orden y nos proteja de los intrusos.Guillermo alzó una ceja, pero no dijo nada. Alici
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Capítulo 27. Entre miedo y orgullo.
El rostro de Axel se endureció. Colgó sin decir nada más, se levantó de golpe y tomó su chaqueta. Miranda lo observó, desconcertada por su cambio repentino.—¿Qué pasó? ¿Algo malo? —preguntó, tratando de sonar casual.Axel le lanzó una mirada glacial antes de responder.—Tengo que irme. Nuestro asunto puede esperar.Sin más, salió de la oficina, dejando a Miranda sola, confundida y con una sensación de inquietud que no podía explicar.Entretanto, la sala de emergencias estaba en un estado de calma tensa, con médicos y enfermeras moviéndose eficientemente entre los pacientes. Alicia estaba recostada en una camilla, su rostro pálido y su cabello enmarcando su delicada expresión. A pesar de que intentaba mostrarse tranquila, el miedo la consumía por dentro. Sus manos, apoyadas sobre su vientre, temblaban ligeramente mientras su mente no dejaba de imaginar escenarios catastróficos.—Señora Thorne, vamos a hacerle una serie de exámenes para asegurarnos de que usted y el bebé estén bien —d
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Capítulo 28. Confrontación de lealtades.
La luz tenue del atardecer se filtraba por las cortinas, bañando la habitación de Alicia con un resplandor melancólico. Stella se inclinó hacia adelante, observando con atención la expresión abatida de su cuñada.Los ojos de Alicia, normalmente brillantes, ahora parecían opacos, cargados de una tristeza que ella no podía soportar.—Voy a salir un momento —anunció Stella, levantándose de la silla junto a la cama. Su voz intentaba ser firme, pero había un temblor apenas perceptible.Alicia la miró, desconcertada por el repentino cambio de actitud.—¿A dónde vas? —preguntó con suavidad.—Solo a tomar aire, quizás te compre algo rico para que comas —respondió Stella, intentando sonreír.Sin embargo, la sonrisa no alcanzó sus ojos. Sin esperar una respuesta, salió de la habitación, cerrando la puerta con cuidado detrás de ella.El pasillo del hospital estaba tranquilo, pero Stella sentía que su interior era un caos. Sus pasos resonaron en el silencio mientras se dirigía a la salida, buscan
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Capítulo 29. Chispas inesperadas.
Las palabras de Stella golpearon a Axel como un puñetazo en el estómago. El ambiente en la oficina se tornó más pesado. Stella, de pie frente a él, estaba fuera de sí. Y Miranda esbozaba una mueca de disgusto reflejando su enojo, mientras sus manos temblaban por la rabia contenida.—¡Cállate, Stella! —ordenó Axel, con voz cortante y firme. Sus ojos fríos se clavaron en los de su hermana, proyectando una autoridad que no dejaba espacio a la discusión.—Si no te comportas, haré que te saquen de aquí.La amenaza no hizo más que avivar el fuego de Stella. Observó la ligera sonrisa que se formaba en los labios de Miranda, como si disfrutara del momento. Esa sonrisa fue la gota que colmó el vaso.—¡Tú! ¡Zorra descarada! —gritó, lanzándose sin pensarlo contra Miranda.En un abrir y cerrar de ojos, Stella sujetó el cabello perfectamente arreglado de Miranda y comenzó a jalárselo con tanta fuerza que la hizo caer en el suelo. La mujer gritó, intentando cubrirse mientras Stella seguía atacánd
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Capítulo 30. Descubriendo lo ordinario.
Stella sintió cómo el tiempo se suspendía al contacto de los labios de Guillermo. Era suave, inesperado, pero lleno de una intensidad que parecía sacudirle el alma. Cerró los ojos, dejándose llevar por esa corriente que la atrapaba, permitiendo que la calidez del momento la envolviera por completo.Por un instante, todo el caos y la tensión del día desaparecieron. Era como si el mundo se hubiese detenido, dejando solo a ellos dos en ese rincón olvidado del pasillo.Alicia salió de su habitación, con una expresión cansada, pero curiosa al ver a Stella y Guillermo tan cerca.—¿Interrumpo algo? —preguntó, arqueando una ceja con un deje de diversión en su expresión.—No, para nada —respondió Stella apresuradamente, poniéndose de pie. —Solo estábamos... hablando.Guillermo se aclaró la garganta y adoptó su habitual postura profesional. —¿Necesita algo, señora Thorne?Alicia negó con la cabeza. —Solo quería un vaso de agua. Puedo ir yo misma.—Yo te lo traigo —se ofreció Guillermo, agrade
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