Caterine levantó la mirada justo en el momento en que Corleone entraba a la oficina. Venía regresando de un juicio, con esa expresión seria e impenetrable que siempre llevaba en la sala. Era difícil adivinar el resultado solo con verlo, pero eso no fue lo que hizo que su estómago se encogiera. Lo que realmente la inquietó fue que él ni siquiera la miró.Intentó no darle demasiada importancia. Sabía que, en el trabajo, debían mantener la profesionalidad, pero algo había cambiado, y no lograba entender por qué. Corleone siempre había sido reservado, pero, hasta hacía poco, solía buscarla con la mirada, y en esos breves instantes, sus ojos reflejaban una calidez.Suspiró, apartando esos pensamientos, y volvió la vista a sus documentos. Pero la sensación persistía. Desde que habían regresado de su fin de semana en la playa, algo entre ellos se sentía diferente. Corleone estaba distante. A veces, cuando hablaban, su mirada se perdía en algún punto lejano, como si su mente estuviera en otro
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