Su beso es justamente la medicina que necesito, porque aunque mi corazón duele y mi cabeza sigue doliendo un poco, todo mareo, ganas de vomitar o malestar general desaparecen para abrirle el paso a todas las sensaciones que sus toques y besos me hace sentir.Maximiliano no piensa contenerse, lo sé porque la forma en que aprieta con fuerzas mis glúteos, pechos y piernas, me dicen que no hay manera de detenerse y yo no le pediré ello. Porque deseo satisfacerlo.— Me estás enloqueciendo, mujer. Estoy enloqueciendo. — dice él mientras me besa por todo mi cuerpo.— Sacia tu necesidad, por favor. Te lo pido. — digo sintiendo que es está la medicina que necesito para sentirme bien.Por eso, cuando me lleva a la cama y comienza a desvestirme, no siento miedo, si no placer, mientras imploro que no surja un nuevo síntoma que arruine las cosas. Pero, poco es el tiempo que duro en eso, porque sus
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