RODRIGO —Muy bien, solo serán 10 minutos más, si en 10 minutos no llegas Gabriela, estará bien, después de todo no me pienso morir por supuesto. Me digo a mi mismo en la locura que he hecho sintiéndome estúpido y absurdo, que diablos estoy haciendo es imposible no preguntarme porque no encuentro el raciocinio por ningún lado. Mi amistad con Víctor, el cariño que puedo sentir por su familia, el juramento que me hice a mi mismo después de la traición de esa mujer, todo mi mundo se ha ido al demonio desde el día en que me cruce con la desafiante y apasionada mujer del vestido rojo, la persona que me hace saber que soy una basura egoísta que no tiene límites cuando de satisfacer sus deseos se trata, y ahora mismo el pecho agitado y mis ojos me dicen que lo que mas deseo, es el fruto prohibido que viene con cara de asombro absoluto, los ojos verdes grandes destellan luz y el vestido rojo con abertura en la pierna logra que me cosquillee el cuerpo cuando estando a punto de irme, está aqu
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