El sol de la tarde se filtraba entre las hojas de los árboles, proyectando sombras danzantes sobre la mesa del cafetín al aire libre. Mateo estaba sentado con una taza de café, removiendo lentamente el líquido mientras miraba distraído hacia la calle. No esperaba compañía, pero algo en el día lo hacía sentir que el destino estaba por sorprenderlo.-¿Está ocupado este asiento? -preguntó una voz suave.Mateo levantó la vista y se encontró con Clara, una mujer de cabellos recogidos de manera informal y una sonrisa que, aunque tenue, lograba iluminar su rostro. Señaló la silla frente a él, y él asintió con una sonrisa leve.-Adelante, está libre -dijo Mateo.Clara se sentó con un movimiento grácil, colocando su bolso sobre la mesa. Por un momento, ambos permanecieron en silencio, como si el mundo se hubiera reducido
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