Valentina Estábamos en la cocina, Vittoria y yo, cenando juntas.El sonido de pasos firmes interrumpió nuestra pequeña burbuja de normalidad. Un guardia entró en la cocina, su rostro tenso y sin rastro de la habitual neutralidad que mantenían frente a mí.—Código negro, señora —dijo manteniendo la calma a pesar de la urgencia—. Cinco minutos.Mi corazón se aceleró, pero mi rostro no mostró nada. No podía entrar en pánico frente a mi niña.—Entendido —respondí con un simple asentimiento.El guardia salió, y yo respiré hondo, obligándome a mantener la mente clara. Me giré hacia Vitto, que había dejado su tenedor en el plato.—Vamos a tu habitación, principessa —le dije con suavidad, tomando su mano.La llevé escaleras arriba, sin prisa, aunque por dentro cada segundo se sentía eterno. Al llegar a su habitación, abrí el armario y saqué la mochila que siempre tenía lista para este tipo de emergencias.Mientras revisaba que estuviera todo; agua, ropa, un arma pequeña que Nicola nunca debí
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