BiancaDesde el momento en que se activó la alerta negra, Valentina me contactó directamente, dándome instrucciones para rastrear y monitorear los movimientos de los coches de seguridad. Los autos señuelo salieron de la casa de mi hermano uno tras otro, siguiendo rutas diferentes. Mis dedos se movían rápidamente sobre el teclado de la computadora, alternando entre las cámaras de tráfico y las radios de comunicación. Un solo coche regresó a la casa quince minutos después, llevando a Vittoria de vuelta a un lugar seguro.Suspiré aliviada cuando confirmé que estaba dentro de la propiedad, aunque sabía que la calma no duraría mucho. La mansión ahora parecía un lugar abandonado desde el exterior, pero estaba protegida por más de cien hombres, cada uno oculto. Nadie iba a acercarse sin ser detectado.Mientras mantenía un ojo en los monitores, escuché la conversación de Valentina con Greta. Vittoria se estaba comportando con una calma impresionante, como si esto fuera algo que ya entend
GennaroRespiré hondo, intentando calmar el ardor que recorría cada centímetro de mi cuerpo maltratado. La silla fría a la que estaba atado parecía fusionarse con mis huesos, cada movimiento me enviaba una corriente eléctrica por la columna.Me obligué a mantenerme inmóvil, ignorando el sudor frío que se deslizaba por mi nuca.Nicola y Renzo habían salido después de que el caos se desatara, dejándome aquí, como un perro herido, pudriéndome en mi propia sangre.Todo estaba saliendo como lo había planeado.Bueno… la pérdida de los dedos fue un daño colateral.La despedida apresurada de Valentina a Nicola, alertándolo de un tiroteo, les había dado la excusa perfecta para dejar la sala. Suspiré, un sonido apenas audible, más un silbido de aire entre dientes por el dolor que por alivio. Mi mano, o lo que quedaba de ella, colgaba inerte a un lado de la silla.El sonido de la puerta abriéndose rompió el silencio.Levanté la cabeza lentamente, mi visión borrosa por el cansancio y la sangre
Renzo El rugido de los motores se apagó cuando frenamos frente a mi casa.O, mejor dicho, frente al infierno en el que la habían convertido.No pensé.No dudé.Bajé del auto con el arma en mano, mis hombres siguiéndome de cerca.Un proyectil impactó contra la camioneta a pocos metros de nosotros, haciendo estallar un vidrio.—¡Cúbranse! —ordené, rodando hasta una posición segura.Dos de mis hombres respondieron con fuego inmediato, descargando sus armas hacia la línea enemiga.Respiré hondo, evaluando la situación.Mi casa. Mi hogar. Era un campo de batalla.Donde mi mujer y mis hijos dormían cada noche.Donde se suponía que estaban seguros.Apreté los dientes, sintiendo una rabia ardiente subir por mi pecho.El sonido de más disparos me devolvió al presente.Asomé la cabeza apenas unos centímetros, contando a los bastardos que nos atacaban.Cinco apostados en la entrada principal. Otros tres en los balcones. Tal vez más dentro.Le hice una seña a uno de mis hombres, que asintió y co
Nicola Las imágenes en la pantalla parpadearon cuando restauré el sistema de seguridad.Uno por uno, revisé los archivos recuperados, observando con paciencia lo que ya sabía que encontraría.Lorenzo, entrando a la sala de torturas.Solté una breve risa, apoyándome en el respaldo de mi silla mientras miraba la grabación con calma.Si alguien más viera esto, si alguien ajeno a la verdad tuviera acceso a estas imágenes, Lorenzo Conti estaría muerto en cuestión de minutos.Para cualquiera, era la prueba absoluta de su traición.Para mí, era la confirmación de que nuestros planes estaban funcionando.Gracias a esa tapadera, habíamos identificado a varios traidores entre nuestras filas. Peones que no tardaron en ser eliminados.Pero aún no teníamos a los peces gordos.Suspiré, frotándome la barbilla con los dedos.¿Cuántos meses habían pasado desde que comenzó todo esto?Mi mirada se perdió en la pantalla mientras mi mente me arrastraba aquel día en que todo comenzó.Flashback Lorenzo es
Bianca Caminaba de un lado a otro en la sala, sintiendo que el aire me faltaba."No. No puede estar muerta."Cada vez que esa frase se repetía en mi cabeza, algo dentro de mí se rompía un poco más.Valentina Moretti no moriría así.No... mi cuñada, mi amiga, mi hermana...No la mujer que podía manipular a cualquiera, que había sobrevivido a cosas que harían temblar al hombre más fuerte.No podía controlar mis manos, así que las crucé sobre mi pecho, tratando de contener el temblor."Vi el auto explotar. Vi el humo. Los cuerpos tirados a su alrededor. Pero ella... ¿Pudo haber desaparecido? ¿Podría haber escapado a la explosión?"Mi estómago se retorció.Tiene que haber hecho algo. Ella siempre tenía un plan. Y muchas veces, no nos informaba de eso...Me pasé la mano por el cabello, tirando un poco de las raíces.—¿Dónde mierda estás, Lorenzo? —susurré, sintiendo la frustración arder en mi garganta."¿Por qué no atiende?" Siempre estaba. Siempre.Pero ahora, cuando más lo necesitaba,
VittoriaCódigo negro.Mi mamá se había asegurado de que supiera al pie de la letra ese protocolo."Cuando pase, te separarás de mí. Sin llorar, sin preguntar. Sabes lo que hacer, principessa."Y lo sabía.Por eso, cuando Greta me tomó de la mano esa noche y dijo con voz dulce: —Todo está bien, Vitto. Vamos a dar un paseo, ¿sí? —No discutí.Sabía que estaba mintiendo.Sabía muy bien lo que estaba pasando.Y ella intentó que pareciera un juego.Cinco autos salieron a la misma vez. Yo iba en uno, y no era difícil adivinar que mamá estaba en otro.No hablamos en todo el camino.Greta miraba hacia adelante, tensa. Yo miraba por la ventana.Sabía que si le preguntaba algo, diría lo mismo de siempre: —Tu mamá está bien. Todo está bajo control.Mentiras y más mentiras. Después de dar vueltas por la ciudad durante un rato, volvimos a casa. La mansión estaba oscura, pero los ojos de los hombres de papá estaban en todas partes.Yo lo sentía.Me escoltaron hasta mi habitación.Greta cerró la
Nicola Vittoria dormía a mi lado, su pequeña mano aferrada a mi camiseta.Su respiración tranquila era todo lo opuesto al caos que rugía dentro de mí.Observé su rostro.Tan parecida a Valentina.Apreté la mandíbula.Valentina.Cerré los ojos un momento, dejando que su imagen inundara mi mente."Dicen que está muerta..."Los resultados del ADN coincidían. Todo el mundo estaba convencido.Pero yo no.No me importaban las pruebas.Porque en lo más profundo de mi ser, sabía la verdad."Ella no está muerta."No la mujer que había sobrevivido a tanto, la más feroz y terca que había conocido en toda mi vida.Apretando los puños sobre las sábanas, dejé escapar un largo suspiro.Recordé un momento que había enterrado muy dentro de mí.El día en que creí haberla perdido por primera vez.El día que iba a dar a luz a nuestra pequeña.Cuando los médicos dijeron que las dos habían muerto.Aún podía escuchar el eco del gatillo tensándose bajo mi dedo.Recuerdo el frío del cañón contra mi sien.Nad
NicolaMe detuve en la cabecera de la mesa.Nadie habló hasta que me senté.Mis dedos tamborileaban sobre la madera, esperando a que uno de ellos tuviera el valor suficiente para comenzar.El primero en romper el silencio fue Salvatore Barbieri.—Don —dijo, apoyando ambos codos en la mesa—. Lamento lo de tu esposa... pero Palermo necesita un líder fuerte. No uno… quebrado.No lo miré.Me limité a observar el movimiento de mis dedos.Matteo Bianchi carraspeó, algo incómodo.—Todos sabemos lo que ocurrió la última vez que tu mujer estuvo en peligro. Fuiste… —hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas— impulsivo. No queremos imaginar que está pasando por tu cabeza ahora que la perdiste.Claudia Romano, con su sonrisa de serpiente, se inclinó hacia adelante.—La ciudad huele a sangre, Don Moretti. Los buitres se están reuniendo. ¿Eres capaz de liderar o te dejarás consumir por la pérdida… otra vez?Silencio.Mis ojos se alzaron hacia ella.Claudia se tensó, pero mantuvo la sonrisa.N