14. ¿De verdad quieres saberlo?
El silencio en la sala se vuelve denso, cargado de esa electricidad entre nosotros que parece chispear cada vez que nos encontramos así, tan cerca y a la vez tan distantes. Vicente me mira con esos ojos oscuros que, por más que lo intenten, nunca logran esconder del todo su desesperación. Oh, él lo intenta, claro, pero lo siento en su respiración, en la forma en que su mandíbula se tensa, como si controlarse fuera una batalla constante.Me quedo quieta, observándolo, como quien examina a un animal salvaje que ha caído en una trampa y aún no se ha dado cuenta. Sé que podría romper esta tensión, hacer que todo explote en un segundo, pero eso sería demasiado fácil. Y, sinceramente, me aburre lo fácil.—Valeria, no sabes lo que estás haciendo —dice por fin, su voz baja, tensa.Oh, Vicente, claro que sé lo que estoy haciendo. Lo he sabido desde el primer momento en que me viste sobre ese escenario, cuando pensaste que podías comprarme como a cualquier otra cosa en tu vida. Pero yo no soy u
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