La mansión estaba más tranquila de lo habitual. A pesar de las amenazas que pendían sobre ellos, esa noche parecía una pausa fugaz en medio del caos. Tara había pasado gran parte del día en los jardines, meditando sobre lo que había descubierto recientemente: los Tejedores, el legado que portaba en su sangre, y la sombra de sus padres, que parecía susurrarle a través del tiempo.Rhidian estaba en la biblioteca, revisando antiguos textos que hablaban de los Tejedores. Aunque parecía tranquilo, su mente estaba llena de pensamientos contradictorios. La preocupación por Tara no lo dejaba en paz. Sabía que, como la última chispa, su poder no solo la convertía en un blanco, sino en una pieza clave para el destino de todos ellos.—No puedo dejar que cargue con todo esto sola —murmuró Rhidian, cerrando un libro con más fuerza de la necesaria.Bella apareció detrás de él, cruzando los brazos.—No puedes protegerla de todo, ¿sabes?Rhidian se giró hacia su hermana, quien lo miraba con una mezcl
Leer más