La mansión estaba más tranquila de lo habitual. A pesar de las amenazas que pendían sobre ellos, esa noche parecía una pausa fugaz en medio del caos. Tara había pasado gran parte del día en los jardines, meditando sobre lo que había descubierto recientemente: los Tejedores, el legado que portaba en su sangre, y la sombra de sus padres, que parecía susurrarle a través del tiempo.Rhidian estaba en la biblioteca, revisando antiguos textos que hablaban de los Tejedores. Aunque parecía tranquilo, su mente estaba llena de pensamientos contradictorios. La preocupación por Tara no lo dejaba en paz. Sabía que, como la última chispa, su poder no solo la convertía en un blanco, sino en una pieza clave para el destino de todos ellos.—No puedo dejar que cargue con todo esto sola —murmuró Rhidian, cerrando un libro con más fuerza de la necesaria.Bella apareció detrás de él, cruzando los brazos.—No puedes protegerla de todo, ¿sabes?Rhidian se giró hacia su hermana, quien lo miraba con una mezcl
La fría noche envolvía las ruinas, su neblina densa como un manto que cubría todo a su paso. La reunión secreta entre Lilith, Azareth y los Tejedores había comenzado. Los ecos de sus voces se diseminaban como susurros a través de la oscuridad. Nadie sabía cuán peligrosa podría ser esta alianza, ni las consecuencias que acarrearía. Lilith estaba sentada en el centro de la mesa de piedra, rodeada por los Tejedores. Su rostro era impasible, sus ojos reflejaban un hambre de poder que ni siquiera el propio Azareth podría comprender por completo. El cazador estaba de pie junto a ella, observando con desconfianza a los seres sombríos que se agrupaban alrededor. Sabía que no debía confiar en ellos, pero la situación no dejaba margen para las dudas. El enemigo estaba cerca, y Tara era una pieza fundamental. El líder de los Tejedores, una figura que parecía desaparecer y reaparecer entre las sombras, rompió el silencio. —¿Por qué deberíamos confiar en ti, Lilith? —preguntó con voz gutural, un
El aire frío de la mañana trajo consigo un silencio inusual que envolvía la mansión. Tara, aún en el patio trasero, estaba perdida en sus pensamientos. Sus poderes eran cada vez más fuertes y difíciles de controlar. La sensación de que algo oscuro se acercaba no la dejaba tranquila. Rhidian había salido temprano, sin darle explicaciones, y Bella estaba en la biblioteca investigando sobre los Tejedores. Tara aprovechó ese momento para practicar.Frente a ella, una línea de piedras flotaba en el aire. Se movían en un patrón irregular, orbitando su figura como si fueran satélites alrededor de un sol. Tara respiraba profundamente, concentrándose en mantener el equilibrio entre la energía y el control. Sin embargo, algo falló: una de las piedras salió disparada y golpeó una rama cercana.—¡Concentración, Tara! —se regañó a sí misma.Sabía que no podía seguir fallando. Si lo hacía, pondría en peligro a los demás..........Mientras recogía las piedras, una figura familiar apareció detrás de
La mansión parecía respirar con vida propia aquella noche. Los ecos de las risas, los pasos y las conversaciones de los últimos días habían sido reemplazados por un silencio inquietante. Tara, Bella y Rhidian se encontraban en la gran sala, sus rostros iluminados por la tenue luz de las velas que parpadeaban, como si también sintieran el peso de lo que estaba por venir.—No podemos quedarnos aquí mucho tiempo más —dijo Rhidian, rompiendo el silencio—. Los Tejedores ya saben dónde estamos, y es cuestión de tiempo antes de que encuentren la forma de entrar.—Entonces, ¿a dónde iremos? —preguntó Bella, su voz cargada de preocupación.—Hay un lugar… un refugio oculto que solía ser un santuario para los guardianes de la chispa —respondió Rhidian.Tara levantó la mirada, intrigada.—¿Guardianes de la chispa? —preguntó, intentando recordar si Eleonora alguna vez había mencionado algo al respecto.—Sí, los guardianes eran un grupo de guerreros y eruditos que protegían a las chispas en el pasa
El grupo avanzaba con cautela por el santuario. Tara, aún aprendiendo a canalizar su poder, estaba inquieta. La conexión con la magia del lugar la fortalecía, pero también sentía una presencia oscura que la perturbaba. Sabía que no estaban a salvo........En otro lugar, no muy lejos del santuario, Lilith y Azareth se encontraban frente a un círculo de Tejedores. Las criaturas, deformes y envueltas en sombras, hablaban con un lenguaje gutural que hacía eco en la vasta sala.—La chispa está creciendo —dijo uno de los Tejedores, su voz retumbando como un trueno. —Debemos actuar antes de que sea demasiado tarde.—Eso no será un problema —intervino Lilith, con una sonrisa helada. —Azareth y yo tenemos todo bajo control.Azareth, serio y calculador, añadió: —El santuario es un obstáculo, pero no impenetrable. Solo necesitamos una distracción para fracturar sus defensas mágicas.Los Tejedores intercambiaron miradas antes de asentir. —Entonces, cumplan con su parte del trato, y nosotros hare
Tara sentía cómo el peso de la responsabilidad caía sobre sus hombros cada día más. Había logrado avanzar con sus poderes, y aunque aún no comprendía todo lo que significaba ser la última chispa, ahora sabía que sus habilidades no solo eran un regalo, sino una maldición. En cada entrenamiento con Rhidian, cada día que pasaba en el santuario, sentía que los límites de su poder se expandían, pero también crecía su miedo. Miedo a no poder controlarlos, a hacer daño sin querer, o peor aún, que los Tejedores pudieran alcanzarla.Tara observaba a Rhidian desde lejos, mientras él entrenaba con Bella. Se sentía insegura de sus propios avances. Aunque los entrenamientos de Rhidian eran intensos, él siempre lograba dominar sus habilidades, algo que Tara aún no conseguía hacer.A pesar de todo, algo dentro de ella despertaba cuando lo veía entrenar, esa chispa de atracción que ambos compartían. Rhidian era diferente a todos los demás, su presencia era imponente, su mirada fija y penetrante. Tara
El santuario se alzaba como una fortaleza silenciosa, ofreciendo un refugio temporal, pero la sensación de peligro inminente era palpable. Tara, Rhidian, Kael y los demás aliados se habían reunido en la sala principal para planear su próximo movimiento. Cada rincón del lugar parecía resonar con las decisiones que habían tomado quienes buscaron protección allí en el pasado.Tara no podía dejar de observar a Rhidian, quien se mantenía firme, emitiendo un aura de control y determinación. Había algo en él que la tranquilizaba, incluso cuando la situación parecía desesperada. Sin embargo, su propia inseguridad sobre sus habilidades seguía presente.Kael rompió el silencio, su voz grave resonando en la sala."Los Tejedores, Lilith y Azareth han formado una alianza. No es solo un rumor, es un hecho. Esta unión pone en peligro no solo a Tara, sino a todo lo que protegemos.""¿Qué buscan exactamente?" preguntó Tara, incapaz de contener su curiosidad. Sabía que su linaje era importante, pero no
El ataque de Lilith y Azareth dejó al santuario en una calma tensa. Aunque la batalla no llegó a estallar, su mera presencia demostró que el lugar ya no era seguro. Tara, Rhidian y los demás entendieron que debían actuar rápidamente si querían sobrevivir.Kael fue el primero en hablar después de que la puerta del santuario se cerrara tras la partida de los enemigos. "No podemos quedarnos aquí. Ellos saben dónde estamos.""Hay otro refugio", dijo Emma, mirando a Tara. "Es más remoto y mucho más seguro. Podríamos dirigirnos allí antes de que vuelvan."Rhidian asintió. "Nos moveremos al amanecer. No podemos arriesgarnos a que nos ataquen por la noche."Mientras los demás se dispersaban para preparar la partida, Tara sintió una mano en su hombro. Era Bella, quien no había dicho mucho durante los últimos días."¿Estás bien?" preguntó Bella, con una expresión de genuina preocupación.Tara asintió, pero el peso de las revelaciones recientes seguía presionándola. "Estoy bien, solo… hay demasi