Sin demoras, Stella sale de la bañera, se prepara y, envuelta en una bata dale directo hacia la habitación de James. No se toma la molestia de tocar, no cuando está a punto de reclamar lo que es de ella, lo que le pertenece, gira el pomo y la abre. James no se extraña cuando la puerta hace un crujido anunciándole que la han abierto, simplemente, se gira hacia ella y la ve ahí, a su chica, parada a la espera. —Has venido —ella siente con un movimiento de su cabeza— Dime, cariño ¿qué quieres? Stella no vacila, no duda no un solo segundo, la respuesta se le escapa de la boca como si hubiese estado ahí todo el tiempo. —A ti, te quiero a ti. James camina, se acerca hacia ella con paso lento, pero decidido y, cuando finalmente llega apoya la frente contra la de ella. Sus narices se rozan con gesto afectuoso.—Pues ya me tienes.(Narra Stella) Me agarra de la cintura y me atrae hacia sí. Qué alivio me supone pasarle las manos por los hombros, curvarlas alrededor de su nuca, pasar los
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