Brihana se dejó caer sobre su cama, el peso de su tristeza aplastándola como una tormenta implacable. Las lágrimas, que tanto había intentado contener, fluían libres, desbordando su rostro como ríos descontrolados. Su cuerpo temblaba con cada sollozo, mientras sus manos apretaban con fuerza las sábanas, buscando un ancla en medio de su naufragio emocional. Tiffany, de pie junto a la puerta, la observaba con el corazón encogido, sin saber cómo apagar el fuego de su dolor. "¿Cómo demonios terminé así?", murmuró Brihana entrecortada, sus ojos hinchados buscando los de su amiga. "Dime, Tifa, ¿acaso no soy buena? ¿Soy tan inútil que no puedo mantener una relación?" Su voz se quebró al final, y Tiffany sintió una punzada en el pecho. "Bri, eres la mejor del mundo", respondió Tiffany con firmeza, acercándose para sentarse junto a ella. "El problema no eres tú, es ese idiota de Brith. No sabe la joya que pierde. Si te pidió el divorcio, te está haciendo un favor. Ese hombre no te merece; ere
Leer más