Todos los capítulos de Una madre para la hija del CEO resucitado: Capítulo 31 - Capítulo 40
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C31: ¿Cómo que la vas a llevar tú?
Al final, Kisa permaneció junto a Coral hasta que la pequeña se quedó dormida. Estaba acostada en la cama con ella, acariciándole el cabello con suavidad mientras la niña abrazaba a su peluche favorito. Coral respiraba de manera tranquila y profunda, hundida en un sueño plácido que parecía reflejar la seguridad que sentía al tener a Kisa cerca.Royal había salido solo un momento de la habitación, y cuando regresó, encontró a Kisa inclinada sobre Coral, dándole un beso en la frente con ternura antes de levantarse de la cama. Kisa se enderezó con cuidado para no despertarla y se giró hacia Royal.—Bueno, ya es momento de que me vaya. Me he demorado mucho aquí —dijo con un tono bajo, casi susurrando para no perturbar el sueño de la niña.—Tu hermana debe estar preocupada por ti, ¿no es así?Kisa negó con una leve sonrisa.—A decir verdad, le envié un mensaje mientras estaba acostada con Coral. Sabe que estoy aquí, así que no pasa nada.Royal cruzó los brazos, mirándola con cierta serieda
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C32: Tengo una propuesta.
Kisa permaneció en silencio, aún mirando por la ventana, intentando ignorar la sensación incómoda que le había dejado aquel momento. Sin embargo, fue Royal quien finalmente rompió el silencio.—¿Por qué no te mudas aquí al frente? —preguntó de repente, refiriéndose al asiento del copiloto.Ella giró la cabeza hacia él, sorprendida por la pregunta.—No, gracias. Aquí estoy bien —respondió con firmeza, a lo que Royal asintió lentamente.—Está bien, como gustes.Kisa bajó la mirada, sopesando lo que acababa de decir. Después de un momento callada, decidió añadir algo más.—No quisiera que tu esposa nos viera desde su casa y pensara mal de nosotros.Royal frunció el ceño y lanzó una mirada rápida hacia Kisa antes de encender el motor y continuar manejando.—Magalí no es mi esposa —alegó con calma, como si fuera algo evidente.Kisa parpadeó, desconcertada por la respuesta. —¿No es tu esposa? —preguntó, más para confirmar que había entendido bien.Royal negó con la cabeza.—No lo es. Ademá
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C33: Quiero que te ganes la total confianza de Coral.
Kisa, asombrada, no pudo evitar parpadear varias veces.—¿Cómo? —cuestionó, sin poder creerlo.Royal levantó una mano en señal de control, anticipando posibles objeciones.—Escucha —dijo, con una ligera exhalación de aire, como si estuviera buscando las palabras adecuadas—. Coral nunca ha tenido una niñera como tal. Siempre fui yo o mi madre quienes nos encargábamos de ella, o, cuando yo no estaba, las empleadas se hacían cargo, pero... —hizo una pausa y sus ojos bajaron al suelo, como si tratara de ordenar sus pensamientos antes de continuar—. Mi hija nunca ha sido realmente cercana a mi madre. A pesar de que mi madre ha intentado todo lo posible, nunca ha logrado establecer un vínculo estrecho con ella. Coral no es apegada a ella ni a las empleadas, nunca lo fue. Se siente más cómoda cuando estoy cerca y parece haber una especie de distancia con los demás, como si no terminara de confiar del todo.Kisa mantuvo el silencio, escuchando atentamente.—Me sorprende, sin embargo, lo rápid
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C34: Mi intención es ofrecerte algo mucho más grande.
—De verdad lamento profundamente que Coral esté pasando por esto —expresó Kisa, con un semblante de tristeza y compasión. Llevó la mano a su pecho, pues sentía que su corazón se contraía—. Es una niña increíble, llena de bondad, dulce y cariñosa. Es tan atenta y sensible, que es imposible no encariñarse con ella. Se le nota la ternura en cada gesto, en cada palabra. No puedo entender cómo alguien puede ser capaz de hacerle algo tan terrible. Duele saber que está sufriendo en silencio, intentando seguir adelante a pesar de todo. Me pregunto cómo alguien podría ser tan cruel, ¿cómo alguien podría hacerle eso a una niña tan maravillosa, tan llena de luz?Kisa se veía confundida. No comprendía cómo podía existir una persona capaz de dañar a un ser tan indefenso. Su mente simplemente no lograba procesarlo. La imagen de Coral, tan inocente, tan pura y vulnerable, le revolvía el corazón.—Es realmente incomprensible para mí. Me cuesta creer cómo alguien puede ser tan malvado. Coral es solo u
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C35: Eres capaz de dejar ir este milagro.
Las palabras de Royal dejaron a Kisa sin aliento. No sabía si estaba soñando o si realmente entendía lo que se le estaba ofreciendo. Le tomó un momento asimilarlo todo antes de responder.—¿Yo... trabajaré en tu empresa? —preguntó, escéptica. —Claro —respondió Royal con confianza—. ¿No te agrada la idea? Creí que eso era lo que querías.—No se trata de eso —respondió rápidamente, asegurando que comprendiera el alcance de la propuesta—. Yo sé que puedo ser buena en esa área. Pero, bueno, pensaba en la posibilidad de hacer las cosas de manera más formal, como una entrevista, para asegurar que todo fuera justo, como debe ser. No quisiera que alguien más se quedara sin trabajo por mi culpa...—Estoy siendo justo. Te estoy dando la oportunidad de demostrarme que eres buena trabajando. Es más, si eres excelente en ese puesto, puedes avanzar en la empresa y obtener ascensos.Kisa lo miró, aún sorprendida por el tamaño de la oferta, aunque sintió una creciente sensación de gratitud y, al mis
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C36: ¿Por qué tenemos que morir siendo pobres?
Royal observó a Marfil por un largo momento, notando con más detalle el gran parecido que tenía con Kisa, pero con una diferencia marcada: Marfil era más joven, más bonita. Tenía el cabello castaño claro, más brillante, y unos ojos azules que contrastaban con los grises de Kisa.Su rostro, tan fresco y lleno de vitalidad, era casi como un reflejo de lo que Kisa había sido. La diferencia de edad no era tanta, pero lo que las distinguía era que Kisa tenía una mirada y un semblante más maduro y serio, a lo que Marfil brillaba por su inexperiencia en la vida.Aunque la diferencia de edad entre ambas no era mucha, Marfil tenía una cara mucho más juvenil, esa frescura que la hacía parecer aún más inocente y despreocupada. Con sus deiciocho años, Marfil parecía tener la energía y el entusiasmo de la juventud, mientras que Kisa, con veintitrés años, tenía una actitud más reservada.—Hola, Marfil. Un gusto conocerte —saludó Royal—. Imagino que la propuesta que escuchaste te interesó bastante,
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C37: No nos vamos para conquistar hombres, ¿entiendes?
Kisa, todavía perpleja y llena de incertidumbre, soltó un largo suspiro.—No lo sé —replicó con una mirada distante, observando el techo que era iluminado por la luz de una vela encendida, mientras pensaba en la propuesta que Royal le había hecho—. Es demasiado bueno para ser verdad. Está ofreciendo tantas cosas lindas y maravillosas para nosotras, que de verdad... es que no puedo evitar pensar que hay algo más detrás de todo esto. ¿Y si vamos a esa mansión y sufrimos más de lo que pensamos? Tal vez aquí, en nuestra pequeña casa, en donde crecimos con nuestra madre, somos más felices de lo que podríamos ser en esa mansión —concluyó, casi con un dejo de nostalgia.Marfil, siempre tan segura de sí misma, giró los ojos con una expresión de fastidio.—Kisa, no seas así —le dijo, intentando quitarle esa mentalidad tan ligada al pasado—. No te apegues a las cosas. Esta casa solo es una pequeña choza, es un montón de barro y nada más. No deberías aferrarte al pasado, o nunca podrás salir ade
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C38: Estamos sobreviviendo, no viviendo.
Kisa seguía recorriendo las calles en busca de empleo, dejando pasar la tentadora oferta de Royal que seguía ahí, latente, como una sombra persistente en su mente.Para Marfil, esto era desesperante. No entendía cómo su hermana podía ser tan indecisa, siempre dudando, siempre cuestionándolo todo, incluso cuando la solución a muchos de sus problemas parecía estar al alcance de su mano.Aunque Royal había puesto sobre la mesa un trabajo estable, un buen sueldo y la oportunidad de vivir en una mansión llena de comodidades, Kisa no podía dejar de preguntarse si había algo oculto detrás de tanta generosidad. Esa desconfianza constante era lo que le impedía dar el paso, pero, al mismo tiempo, había una parte de ella que se sentía atraída por esa posibilidad de una vida mejor.Sin embargo, los días seguían pasando y su situación no mejoraba. El dinero seguía escaseando y los problemas se acumulaban. Todo llegó a un punto crítico una tarde cuando, mientras Kisa se daba una ducha, el agua dejó
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C39: ¿Olvidas que tienes una relación conmigo?
Royal estaba en su oficina, revisando unos documentos importantes, cuando el sonido de su teléfono interrumpió su concentración. Luego, miró la pantalla y vio el nombre de Kisa. —Maidana —pronunció él.La voz femenina al otro lado respondió vacilante.—Señor Fankhauser...—Estaba esperando tu llamada —agregó Royal. Kisa respiró profundo antes de soltar las palabras que habían estado pesando sobre ella.—Ya tomé una decisión. Voy a aceptar la propuesta, así que solo dígame qué tengo que hacer.Por un momento, hubo un silencio lleno de significado. Royal asintió con una sonrisa que denotaba tanto triunfo como satisfacción.—Excelente decisión, Maidana —alegó.A partir de ese momento, todo se desarrolló con rapidez. Al día siguiente, siendo un sábado de mañana, Royal canceló todos sus compromisos laborales. No fue a la empresa ni se involucró en ninguna reunión, dedicando el día completo a algo más importante: supervisar personalmente la mudanza de Kisa y de recibirla en la mansión.Ki
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C40: Hago lo que considero correcto.
Magalí lo miró con escepticismo, pero él continuó.—Es un milagro que Coral haya conectado tan rápido con alguien. Esa mujer es una buena persona, alguien con un corazón noble, y no voy a negarle las puertas de mi casa a alguien que ama y protege a mi hija.Magalí se llevó las manos al rostro, exasperada. No podía aceptar las palabras de Royal, no podía creer que él no viera las implicaciones de lo que estaba haciendo.—Esto es increíble —murmuró, antes de alzar la voz nuevamente—. ¡Tú no me estás dando mi lugar, Royal! Ni siquiera me explicas nada. No te estoy diciendo que tengas que pedirme permiso para traer a quien quieras a tu casa, pero al menos podrías contármelo, ¡podrías decirme algo! ¿Por qué no me lo dijiste antes?Royal suspiró, visiblemente cansado de la conversación, pero Magalí no había terminado.—Me haces sentir que no significo nada para ti —continuó ella, con su tono cargado de resentimiento—. Ni siquiera consideras incluirme en tus decisiones. Nunca me dices lo que
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