El impacto de la caída aún resonaba en el silencio de la habitación, pero el verdadero peso estaba en la cercanía que ahora compartían Kisa y Royal. Ella, todavía en el suelo, con sus manos apoyadas en el torso de Royal, pudo sentirlo claramente. A través del traje que él llevaba, notó lo firme de su cuerpo, como si cada músculo estuviera esculpido con dedicación. Él era un hombre que cuidaba de sí mismo, sin duda alguna.Royal, ajeno al escrutinio de Kisa, mantenía una expresión seria, aunque había en su mirada un destello de preocupación que lo humanizaba aún más. Pero Kisa estaba perdida en otra cosa. Por primera vez desde que lo conoció, lo miró verdaderamente, sin la barrera de sus prejuicios ni la tensión que siempre los envolvía.Royal era un hombre atractivo, y ahora lo notaba con claridad. Su cabello, un castaño claro con tonos rubios, tenía un brillo que, imaginó Kisa, se intensificaba bajo el sol. No era un rubio típico, sino uno sutil, que parecía cambiar con la luz. Sus o
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