Con una mirada profunda, Winnie subió suavemente sobre él, sus piernas a cada lado de su cuerpo.La calidez de su contacto con la piel de Benjamín lo envolvía, y, al sentir el suave movimiento de su cadera, ambos se encontraron en un vaivén tierno, sin prisa, disfrutando de cada segundo de esa entrega mutua.Los ojos de Winnie brillaban con un amor sincero, como si estuviera regalándole a él toda su pasión, su respeto y su devoción.—¿Te gusta?—Me fascinas.Benjamín, con una respiración más agitada, la tomó de las caderas, guiando sus movimientos para que la pepeträcïön fuera aún más profunda, pero nunca de manera apresurada ni dolorosa. Cada caricia, cada roce, era un recordatorio de lo que habían construido juntos.Mientras él la miraba, se sentía reconociendo no solo a la mujer que amaba, sino también la fuerza y la dulzura que ella le ofrecía sin condiciones.—Eres perfecta... —dijo él con la voz rasposa, los ojos fijos en su rostro, como si estuviera viéndola por primera vez, ma
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