Todos los capítulos de La navidad no es para mi Sr.Benjamín : Capítulo 21 - Capítulo 30
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La tormenta de nieve y lo que arrastra
La noticia de la tormenta llegó por la televisión, mientras Winnie limpiaba los platos del desayuno. Una voz grave y serena anunciaba que una de las peores tormentas de nieve del año estaba en camino y que la región entera debía prepararse para condiciones extremas.Winnie apagó el grifo, se secó las manos y escuchó con atención. "Eviten viajar, aseguren sus hogares y permanezcan adentro hasta que las autoridades indiquen lo contrario", decía el tipo del clima.—William tráeme tu ropa sucia la voy a lavar ahora, anunciaron una tormenta.—Si, mami—dijo el niño dejando un rompecabezas de lado.Winnie limpio la casa y lavo la ropa, era domingo y se sentía más relajada.Poco después, su teléfono sonó. Era Benjamín.—Winnie, ¿Que hacen? ¿has oído lo de la tormenta? —pregunta, con un tono preocupado.—Sí, justo ahora lo estaban anunciando. Acabo de lavar y limpiar la casa.—Deberías venir con William a mi casa. Tengo suficiente leña para la chimenea, comida para varios días, y no quiero que
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La pesadilla se hizo realidad
Esa noche, mientras el viento rugía con más fuerza, Winnie estaba en la habitación de su hijo. Algo, o alguien, parecía moverse en la planta baja.Con el corazón acelerado, vuelve a llamar a su hijo pensando que tal vez está en el baño. Fue entonces cuando notó que la luz del pasillo, estaba rota, alguien estaba en la cocina, ella escuchó como rebuscaban en el cajón de la cubertería, donde tiene los cuchillos guardados para no dejarlos al alcance del niño. El mundo de Winnie se detuvo. Su corazón comenzó a latir con fuerza mientras trataba de procesar lo que acababa de escuchar.—¿William? ¿Dónde estás?—preguntó, con la voz apenas un hilo, mientras iba al baño y ver el vacio—¿William? Soy mami—llamó, su voz apenas audible sobre el estruendo del viento.No obtuvo respuesta.Encendió el foco del celular que llevaba en la mano y decidió revisar debajo de su cama y nada. El pánico se apoderó de ella de inmediato.—¡William! —gritó, esta vez con más fuerza.Un leve sollozo la hizo girar ha
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Vivamos juntos
El fuerte crujido que resonó en la casa hizo que Winnie mirara hacia el techo con el corazón en la garganta. Benjamín se giró hacia ella, con su rostro serio, y dio un paso hacia el lugar donde la columna central sostenía la sala, vio madera picada por toda lados y una hacha a un lado. La columna la habían destruido desde el cimiente, estaba prácticamente en el aire.—Winnie, esto no es bueno —dijo, con su tono lleno de preocupación—. La columna principal está dañada. Si no se repara pronto, esta casa podría colapsar.Winnie tragó saliva mientras observaba la madera que ahora parecía más un juego. Era la columna que había soportado el peso de generaciones de su familia, y verla en ese estado era como una metáfora de todo lo que había pasado desde la tormenta.—¿Qué tan grave es? —preguntó con un hilo de voz.Benjamín la miró con seriedad.—Muy grave. No pueden estar aquí cuando se repare. Será mucho trabajo. Adelas las ventanas están destrozadas, las tuberías reventaron, y ahora esto.
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La navidad es para todos
Era temprano en la mañana, y la casa estaba tranquila. Benjamín se despertó antes de que Winnie o William se levantaran. Decidió darse una ducha rápida para comenzar el día.El agua caliente lo ayudó a despejarse, pero no pudo evitar pensar en todo lo que había sucedido la noche anterior.Benjamín salió del baño envuelto en una toalla alrededor de su cintura. Al abrir la puerta, se encontró con William, de pie en el pasillo. El niño, aún en pijama, lo miraba con curiosidad fijamente.—¿Qué haces despierto tan temprano, campeón? —preguntó Benjamín, sonriendo mientras se frotaba el cabello mojado con otra toalla olvidando por completo su cicatriz.El niño notó la larga cicatriz que atravesaba su pecho, desde el lado izquierdo hasta cerca del abdomen. Su curiosidad fue inmediata.—¿Qué te pasó ahí? —preguntó, señalando la marca con el dedo.Benjamín se detuvo, sorprendido por la pregunta. Se llevó una mano a la cicatriz y dejó escapar un leve suspiro.—Es una vieja herida. No te asustes—
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Capítulos extras de Nabidad: Montemos el árbol navideño
La nieve caía como en esas películas navideñas cursis que tanto me gustan, cubriendo todo con un blanco perfecto. Desde la ventana de la sala, veía a Benjamín y William cargando cajas del desván, luchando con el peso como si estuvieran en una misión épica. Emma de dos meses de nacida, dormía en mis brazos, completamente ajena al caos que sus dos hombres favoritos estaban a punto de causar.—¿Estás seguro que no romperás las luces, William? ¿Y no llorarás cuando termine de decorar? Si no estás seguro podemos dejarlo para otro año—bromeó Benjamín, mirando a mi hijo con esa mezcla de paciencia y diversión que solo él sabe manejar.—¡No...realmente quiero que Emma vea el árbol! —protestó William, poniendo cara de indignado. Aunque, para ser honesta, claro que le costó aceptar el pasado y comenzar de nuevo, mi hijo es realmente adorable.Ben soltó una carcajada mientras William trataba de arrastrar una caja que claramente pesaba más que él. Me costó no reírme también, pero Emma decidió en
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Capitulo extra de navidad; Pequeñas manos, grandes momentos
Hola, soy William, tengo siete años y esta Navidad es diferente a todas las demás. ¿Por qué? Porque ahora soy hermano mayor. Se siente raro decirlo, pero también es genial. Emma, mi hermanita, tiene solo dos meses, y aunque llora mucho y a veces no entiendo por qué, es adorable. Mamá dice que tengo que ser un buen ejemplo para ella, y Benjamín… bueno, él siempre me dice que soy un pequeño héroe. Eso me hace sentir importante.Hoy es 13 de diciembre, y tengo una misión: organizar algo especial para mamá y Benjamín. Sé que han estado muy ocupados con Emma y no han tenido mucho tiempo para ellos. Mamá siempre está cansada y Ben está siempre haciendo algo para que todo esté perfecto. Así que decidí que esta Navidad haría algo especial para ellos.Todo empezó esta mañana cuando estaba cuidando a Emma mientras mamá cocinaba. Bueno, "cuidando" no es la palabra exacta. Estaba haciendo caras tontas para que ella dejara de llorar. Emma se rió un poquito y, de pronto, se me ocurrió la idea.—Emm
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Segunda parte. Un villancico y la paz que invade
La mañana en casa comenzó con un aire festivo. El aroma a pan recién horneado llenaba la cocina mientras Sarah preparaba café y Winnie servía jugo de naranja. William, emocionado por el día, ya estaba canturreando algunas canciones navideñas. Emma, envuelta en una mantita roja con bordes blancos, miraba todo con curiosidad desde el regazo de su madre.Antes de que se sentaran a desayunar, Sarah aprovechó un momento a solas con Winnie en la cocina.—¿Sabes? He estado pensando en ti mucho últimamente —dijo Sarah, colocando una taza de café frente a Winnie—. Sobre todo, en todo lo que pasaste con Jankel.Winnie suspiró, mirando a su amiga. —Pensé que ese tema había quedado atrás.—Lo sé, pero… no puedo evitar preguntarme cómo hiciste para salir de todo eso. Ahora te veo feliz, fuerte, pero debió ser muy difícil.Winnie tomó un sorbo de café antes de responder.—Fue un infierno, Sarah. Al principio, Jankel parecía el hombre perfecto: encantador, cariñoso, dispuesto a hacer todo por mí. Pe
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Amor y un desfile
La habitación se llenó de una cálida sensación, iluminada apenas por el titilar de las luces navideñas que se filtraban desde el pasillo.Los sonidos del mundo exterior quedaron en un segundo plano: el susurro de la nieve contra la ventana, el crujido ocasional de la casa al asentarse contra el viento. Todo lo que existía era ese momento, ese espacio compartido entre ellos.Benjamín deslizó sus manos por el rostro de Winnie, enmarcándolo con cuidado como si estuviera contemplando algo sagrado. La besó nuevamente, esta vez con una mezcla de ternura y pasión contenida, dejando que sus labios hablaran el lenguaje que las palabras no podían abarcar.Winnie se aferró a él, sintiendo el calor de su piel, la seguridad de sus brazos alrededor de ella. Ella lo aceptaba tal cual, con su pasado su cicatriz y todo el amor que él le daba. Había un fervor en cada caricia, pero también una paciencia infinita, como si Benjamín entendiera que no se trataba solo de deseo, sino de algo mucho más profund
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El precio del control perdido
Voces en eco, gritos y bullicio por peleas, se filtraba por las pequeñas rejillas de la ventana, marcando sombras frías sobre las paredes grises. Jankel se encontraba sentado en el banco de concreto, mirando al frente sin realmente ver nada. Los ecos lejanos del bullicio de la prisión llegaban hasta él, pero él estaba atrapado en su propia mente, enredado en pensamientos oscuros y recuerdos de lo que había hecho. Maquinado su próximo paso una vez que salga de prisión. Pero sabe que debe tratar que ahora sí lo trasladen a su país, porque si lo juzgan en Canadá estaría perdido.Todo había empezado con la idea de tener el control, de recuperar lo que había perdido. Había sido un hombre que pensaba que siempre podía manipular a los demás, que podía hacer que todo a su alrededor se ajustara a su voluntad. Pero ahora, aquí, entre rejas, las paredes parecían cerrarse cada vez más, y todo lo que había intentado controlar le había explotado en la cara."Pensé que tenía todo bajo control... tod
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Encarcelado mentalmente
—Mierda, esto apesta maldita sea.El frío de la celda no era nada comparado con el frío que sentía en el alma. La soledad me daba tiempo para pensar, y aunque siempre creí que era un hombre que sabía cómo manejar sus emociones, ahora era evidente que no podía escapar de los recuerdos que me atormentaban. Winnie... William... todo lo que tuve y lo que destruí con mis propias manos.Siempre fui un hombre orgulloso, o al menos eso creía. Cuando conocí a Winnie, ella era todo lo que un hombre podía desear. Hermosa, inteligente, muy estrecha, buen cùlö y buenas tëtäs, con un carácter fuerte pero dulce a la vez. Me veía como si fuera un héroe, alguien capaz de hacerle frente al mundo por ella. Y al principio, me gustaba ser ese hombre. "Al principio", qué irónico suena ahora. Me encantaba escucharla gemir, llorar y pedirme que me detenga. La ponía en la posición que más quería y ella obedecía como un cordero al matadero. De sólo besarla ya estaba mojada, me deseaba y ese poder que tenía sob
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