Segunda parte. Un villancico y la paz que invade
La mañana en casa comenzó con un aire festivo. El aroma a pan recién horneado llenaba la cocina mientras Sarah preparaba café y Winnie servía jugo de naranja. William, emocionado por el día, ya estaba canturreando algunas canciones navideñas. Emma, envuelta en una mantita roja con bordes blancos, miraba todo con curiosidad desde el regazo de su madre.Antes de que se sentaran a desayunar, Sarah aprovechó un momento a solas con Winnie en la cocina.—¿Sabes? He estado pensando en ti mucho últimamente —dijo Sarah, colocando una taza de café frente a Winnie—. Sobre todo, en todo lo que pasaste con Jankel.Winnie suspiró, mirando a su amiga. —Pensé que ese tema había quedado atrás.—Lo sé, pero… no puedo evitar preguntarme cómo hiciste para salir de todo eso. Ahora te veo feliz, fuerte, pero debió ser muy difícil.Winnie tomó un sorbo de café antes de responder.—Fue un infierno, Sarah. Al principio, Jankel parecía el hombre perfecto: encantador, cariñoso, dispuesto a hacer todo por mí. Pe
Leer más