19.
AlbaDespués de que ellos se fueron, no me sentí más tranquila; por el contrario, me angustiaba la idea de que pelearan por mí, de que a Gian se le soltara la boca y dijera algo sobre nosotros. —No, no va a pasar —dije para convencerme a mí misma. Por un momento, me planteé si ir a trabajar era lo mejor. Después de todo, mi padre estaría trabajando, Gabrielle, con suerte, en casa, pero bastante ocupada redactando un artículo que le habían pedido en la revista para la que trabajaba. Ella aún se estaba abriendo camino, pero cada vez iban cobrando más fuerza sus artículos. A pesar de mis pocas ganas de molestar, mi ansiedad pudo conmigo y llamé a Gabrielle. Ir a donde mamá no era opción en esos momentos, aunque ella me pidiera de vez en cuando que fuera. No podía llegar y decirle: «¿Qué crees? ¡Me está fascinando un hombre!». Pese a ser tan convencional y moralista, seguramente en su fuero interno se alegraría de ello, de que volviera al "camino recto". Odiaba ser bisexual. Odiab
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