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Todos los capítulos de Amor a la sombra del deber: Capítulo 71 - Capítulo 73
73 chapters
"El Límite del Abismo"
Cuando llegaron a la casa matrimonial, Diego salió del coche y abrió la puerta del lado de Isabela. Ella intentó resistirse, pero él la tomó del brazo y la arrastró hacia la entrada. La casa estaba oscura y fría, como si reflejara el estado de su relación."Diego, por favor, no hagas esto "dijo Isabela, con lágrimas en los ojos". Esto no va a cambiar nada.Diego no respondió. Cerró la puerta detrás de ellos y sacó una llave de su bolsillo. Antes de que Isabela pudiera reaccionar, cerró la puerta con llave y se guardó las llaves en el bolsillo."No vas a salir de aquí hasta que hablemos "dijo, con un tono que no admitía discusión.Isabela lo miró, incrédula."¿Me estás encerrando? "preguntó, con la voz llena de indignación". ¿De verdad crees que esto va a solucionar algo?"No me importa lo que pienses "respondió Diego, acercándose a ella". Lo único que me importa es que entiendas que no voy a dejarte ir. No voy a perderte, Isabela. No puedo.Isabela retrocedió, sintiendo cómo el miedo
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"La Jaula de Oro"
Las palabras de Isabela parecieron encender una chispa en Diego. Su rostro se contorsionó de ira, y comenzó a gritar, incapaz de contenerse."¡Mientes! "gritó, golpeando la pared con el puño". ¡Todo lo que dices son mentiras! ¡Tú me amas! ¡Siempre me has amado! ¡Y no voy a dejar que te vayas!Isabela retrocedió, sintiendo cómo el miedo volvía a apoderarse de ella. Diego comenzó a caminar de un lado al otro de la habitación, como un animal enjaulado. De repente, tomó una lámpara de la mesita de noche y la lanzó contra la pared, haciéndola estallar en pedazos."¡Mírame, Isabela! "gritó, con los ojos llenos de furia". ¡Mírame y dime que no me amas! ¡Dímelo!Isabela lo miró, con el cuerpo temblando, pero no dijo nada. Diego se acercó a ella y la tomó por los brazos, s
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"La Descomposición Familiar"
El sol se filtraba a través de las cortinas, iluminando la habitación de manera tenue, pero la luz no podía disipar la oscuridad que se había apoderado de sus corazones. Isabela estaba encerrada en la habitación matrimonial, sintiendo cómo cada día se convertía en una lucha por mantener su identidad y su espíritu intactos. Mientras tanto, Diego, en su mente, seguía convencido de que sus acciones eran necesarias para "disciplinar" a su esposa.La tarde que Rosa decidió hablar con sus padres, se sentó en la sala de estar, con el corazón latiendo con fuerza. Su madre, Flora, estaba en la cocina, preparando el té, mientras su padre, Manuel, leía el periódico en el sofá. Rosa tomó aire y, con una voz temblorosa, comenzó a hablar.—Papá, mamá, necesito que hablemos sobre Isabela.Flora salió de la cocina, dejando a un lado las tazas de té, y se sentó junto a su esposo.—¿Qué pasa con tu sobrina? —preguntó flora, frunciendo el ceño—. La he visto un poco distante, pero pensé que solo era una
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