Las palabras de Isabela parecieron encender una chispa en Diego. Su rostro se contorsionó de ira, y comenzó a gritar, incapaz de contenerse.
"¡Mientes! "gritó, golpeando la pared con el puño". ¡Todo lo que dices son mentiras! ¡Tú me amas! ¡Siempre me has amado! ¡Y no voy a dejar que te vayas!
Isabela retrocedió, sintiendo cómo el miedo volvía a apoderarse de ella. Diego comenzó a caminar de un lado al otro de la habitación, como un animal enjaulado. De repente, tomó una lámpara de la mesita de noche y la lanzó contra la pared, haciéndola estallar en pedazos.
"¡Mírame, Isabela! "gritó, con los ojos llenos de furia". ¡Mírame y dime que no me amas! ¡Dímelo!
Isabela lo miró, con el cuerpo temblando, pero no dijo nada. Diego se acercó a ella y la tomó por los brazos, s
El sol se filtraba a través de las cortinas, iluminando la habitación de manera tenue, pero la luz no podía disipar la oscuridad que se había apoderado de sus corazones. Isabela estaba encerrada en la habitación matrimonial, sintiendo cómo cada día se convertía en una lucha por mantener su identidad y su espíritu intactos. Mientras tanto, Diego, en su mente, seguía convencido de que sus acciones eran necesarias para "disciplinar" a su esposa.La tarde que Rosa decidió hablar con sus padres, se sentó en la sala de estar, con el corazón latiendo con fuerza. Su madre, Flora, estaba en la cocina, preparando el té, mientras su padre, Manuel, leía el periódico en el sofá. Rosa tomó aire y, con una voz temblorosa, comenzó a hablar.—Papá, mamá, necesito que hablemos sobre Isabela.Flora salió de la cocina, dejando a un lado las tazas de té, y se sentó junto a su esposo.—¿Qué pasa con tu sobrina? —preguntó flora, frunciendo el ceño—. La he visto un poco distante, pero pensé que solo era una
El timbre sonó, marcando el final de la clase de matemáticas. Los estudiantes comenzaron a levantarse de sus asientos, llenando el aula con risas y murmullos. Sin embargo, Isabella Montoya, conocida como Bella, permaneció sentada, con la mirada perdida en su escritorio. Su mente estaba ocupada en pensamientos oscuros y pesados que no la dejaban en paz.La noche anterior, su padre había regresado de la oficina con una noticia que la había dejado en estado de shock. “La familia Korsakov tiene un trato con nosotros”, había dicho, su voz grave resonando en la sala. “Una de nuestras hijas debe casarse con un miembro de su familia. Clara es la mayor, así que es su responsabilidad”.Las palabras de su padre seguían repitiéndose en su mente, como un eco que no podía silenciar. Clara, su hermana mayor, había reaccionado de inmediato, rompiendo en llanto. “¡No puedo casarme con él! ¡Es un discapacitado! ¡Es feo y un inútil!” Había gritado, su voz llena de desesperación.Bella había estado en su
Clara se encontraba en su habitación, la puerta cerrada a sus espaldas, y su corazón latía con fuerza. Había escuchado la conversación entre sus padres y Bella, y la idea de casarse con un hombre discapacitado la aterraba. ¿Cómo podía su familia pensar que eso era aceptable? El estigma social que rodeaba a los discapacitados era abrumador, y Clara no podía imaginarse viviendo con un hombre al que la sociedad consideraba un “inútil”.La presión era insoportable. Sus padres no parecían dispuestos a tomar una decisión que la favoreciera, y Clara sabía que debía actuar rápido si quería librarse de este destino. Siempre había sido la favorita de sus padres; el orgullo de su madre, la esperanza de su padre. Pero esa preferencia no parecía suficiente para salvarla de un futuro que no deseaba.Con determinación, Clara se dirigió al baño. Abrió el gabinete y tomó medio frasco de pastillas, sintiendo cómo el miedo y la desesperación se apoderaban de ella. Si no podía escapar de esta situación,
El sonido del teléfono rompió el silencio en la habitación de Bella. Era su padre llamándola, su voz grave y autoritaria resonando en el auricular. “Vuelve al hospital, Bella. Necesitamos que estés aquí”.Con el corazón en la mano, Bella sintió un escalofrío recorrer su espalda. Había un presentimiento inquietante en su interior, una sensación de que lo que le esperaba no sería bueno. Sin embargo, obedeció, sabiendo que no tenía otra opción. Al llegar al hospital, el aire estaba cargado de tensión. Se dirigió a la habitación de Clara, donde sus padres la esperaban con miradas fijas y severas.“Bella, arrodíllate”, ordenó su padre con voz firme, y, sin comprender del todo la razón, Bella se arrodilló, sintiendo cómo la incertidumbre la envolvía.“Jura sobre la vida de tu hermano”, continuó Rafael, su mirada intensa. Bella se quedó atónita. “¿Por qué debo jurar en nombre de un muerto?” preguntó, su voz temblando.En respuesta, su madre, con una mezcla de frustración y desesperación, le
Los días en la escuela se convirtieron en un campo de batalla emocional para Bella. Aunque intentaba concentrarse en sus estudios, la noticia de su compromiso con Diego, el hombre discapacitado, había comenzado a circular entre sus compañeros. Cada vez que se encontraba con sus compañeros, sentía sus miradas de juicio, susurros y risas a sus espaldas. Pero lo que más le dolía era la burla de su propia hermana, Clara.Una mañana, mientras Bella se preparaba para ir a la escuela, recibió un mensaje de texto de Clara. “Hoy será divertido. Te veré en el almuerzo”, decía el mensaje. Bella sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que su hermana no tenía buenas intenciones.Al llegar al colegio, la atmósfera era tensa. Sus compañeros la miraban de reojo, y Bella intentó ignorar las risas y murmullos. Pero cuando llegó la hora del almuerzo, se dirigió a la cafetería con el corazón en la garganta. Clara estaba allí, rodeada de sus amigas, riendo y hablando en voz alta. Bella se sintió p
Había pasado un año desde que Bella decidió que ya era suficiente. Tres años de burlas, sufrimiento y desprecio por parte de su familia la habían llevado a un punto de quiebre. Se sentía ajena a su hogar, como si no perteneciera a esa familia que la había tratado como una carga. No había compartido una comida en la mesa familiar en meses, y la idea de celebrar su cumpleaños sin el apoyo de sus seres queridos la llenaba de tristeza.Decidió que era hora de tomar el control de su vida. Comenzó a buscar trabajo, una forma de alejarse de la toxicidad de su hogar y de acumular experiencia en el campo del diseño de interiores, la carrera que siempre había deseado. Había encontrado un puesto en una pequeña empresa de diseño, donde podía aprender y crecer. Cada día, al salir de la oficina, sentía que un peso se levantaba de sus hombros. Era liberador.A medida que se acercaba su cumpleaños, Bella se sentía más motivada que nunca. Sabía que, aunque su compromiso con Diego seguía presente como
Diego entró a su oficina con la mente llena de pensamientos. A pesar de que tenía una montaña de archivos pendientes sobre su escritorio, su mente vagaba hacia la confrontación que había presenciado entre su chofer y aquella chica. La imagen de la chica, con su mirada desafiante y su actitud decidida, lo había sorprendido. Sonrió para sí mismo, sin entender cómo una simple interacción podía ocupar tanto espacio en su mente.“¿Raúl? ¿Has enviado los archivos a la empresa que seleccionamos para el proyecto de decoración de la casa?”, preguntó a su secretario, interrumpiendo sus pensamientos.“Sí, lo hice”, respondió Raúl, tratando de concentrarse en el trabajo. Sabía que, aunque no conocía a su prometida, era importante darle una bienvenida adecuada. Después de todo, esa casa sería su hogar, y quería que todo estuviera perfecto. Sin embargo, su mente seguía volviendo a la chica que había desafiado a su chofer.Mientras su secretario le confirmaba que los documentos se habían enviado, Di
Diego había estado lejos de su familia durante años. La mayoría de las personas creían que estaba en el extranjero tratando su incapacidad, una información que él había dejado circular intencionadamente. La verdad era que había luchado con su recuperación, y la imagen que quería proyectar era la de un hombre que había fracasado en su intento de volver a caminar. Esa narrativa le ofrecía un escudo contra el juicio y la crueldad de su familia.Un día, recibió un aviso que lo sorprendió. La familia Korsakov lo invitaba a regresar a casa. Era una invitación formal, casi ceremoniosa, que lo obligaba a enfrentar a aquellos que había dejado atrás. La noticia de su regreso se extendió rápidamente, y aunque sabía que su familia no lo había visto en seis años, sentía que su ausencia no había cambiado nada. La relación con su madrastra y su tío siempre había sido tensa, y no había razón para pensar que eso hubiera cambiado.La familia Korsakov no era lo que aparentaba. Desde fuera, podían parece