LUCA BRANDWOLFHan pasado dos meses desde que me casé con la rubia. La recepción terminó mucho más tranquila de lo que esperaba. Alan con Mar, Nicolás con Celesty, y yo con… ella. No es que me queje, no fue tan catastrófica como imaginaba, aunque admito que al principio temí lo peor. Bailamos, saludamos a los invitados, recibimos felicitaciones y obsequios. Al final de la noche, cuando ya nos despedíamos de todos, la rubia me susurró al oído: "Mañana es nuestra luna de miel." Y, sin mentir, mi cuerpo se tensó al instante.Al día siguiente, muy temprano, tomamos un avión rumbo a California. Iba a ser un mes entero en el hotel más paradisíaco de la zona. Así es, un mes de luna de miel. Y a pesar de lo que uno podría imaginar, fue un mes extraño, casi nostálgico. No podía dejar de pensar en Celesty, por más cínico que pareciera. Lo sé, lo sé… casado y pensando en otra, pero es que era inevitable. Ese mes fue el más tenso de toda mi vida. Quizás Amelie no se dio cuenta, pero me costó horr
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