Una carta.

Tras concluir los detalles del plan con los chicos, necesitaba un respiro. Mi cabeza estaba tan llena de estrategias y preocupaciones que sentí que podría estallar si no me tomaba un descanso. Había sido un día largo y tenso, y ahora solo quería comer algo. Cuando entré al comedor, no vi a ninguno de los chicos. Estaba agradecida por eso; necesitaba estar sola por un momento, para procesar todo lo que se venía.

Me dirigí rápidamente a la barra, recogí mi bandeja de comida y me senté en una mesa vacía, apartada de todo. No quería hablar con nadie. Estaba demasiado agotada emocionalmente para mantener una conversación. La comida era la distracción perfecta. Mi estómago rugió, y aunque no tenía mucha hambre, me senté a devorarla con una rapidez ansiosa. Cada bocado era como si estuviera tratando de llenar el vacío que sentía dentro, como si fuera la única manera de calmar mi mente llena de dudas y miedos.

Cuando terminé, apenas pude contenerme. Tomé la bandeja y me levanté de la mesa, li
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