La tarde comenzaba a caer, mientras Katrine, con el corazón en un puño, cerraba la puerta detrás de Ole antes de subir las escaleras, camino a su habitación. Sentía una tonta sensación de que él podría, quizás, adivinar sus pensamientos, y eso la aterraba.«¿Qué estás haciendo, Katrine?», se preguntó, mientras subía uno a uno los escalones.Era la primera vez en los últimos seis años que, no solo saldría sin Ole, sino que, además, lo haría para verse con otro hombre. Los nervios le revolvían el estómago. Por un momento, había pensado en cancelar aquella reunión, pero algo en el mensaje que le había enviado Martin, dos días atrás, la empujaba a hacerlo. O, al menos, de eso intentaba convencerse, puesto que no solo eso la impulsaba, sino también el hecho de, por fin, ponerle cara a aquel hombre.—No estás haciendo nada malo —se respondió a sí misma, intentando convencerse, mientras se arreglaba frente al espejo, ajustándose un mechón rebelde de cabello—. Esto no es como ser infiel. Solo
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