—¿Estás segura, nena? —preguntó Katrine, viendo a Sofie preparar su bolso con el uniforme y lo que creía que necesitaría aquella noche.—No, pero no tengo opciones. Tomaré esto mientras aparece algo más… decente. No me juzgues, ¿sí? —respondió Sofie, revisando que no se olvidara de nada.Katrine soltó un suspiro, y la miró por un momento, antes de asentir.—Jamás lo haría, pero, aun así, no puedo evitar preocuparme por ti.—En serio, estaré bien. Iré esta noche, y, de acuerdo a la experiencia, decidiré qué hacer. No te preocupes.Katrine volvió a asentir, con una sonrisa apenada, mientras Sofie se colgaba el bolso al hombro y se encaminaba hacia la entrada.—Cuídate, ¿sí?—Sí, tú también. Nos vemos. No me esperes despierta.—Como si pudiera —bufó Katrine, sonriendo. Desde hacía tiempo, sus noches en vela eran una constante, siempre frente al ordenador, temiendo la hora en que Ole llegara ebrio.Tras un breve abrazo, Sofie salió de la vivienda y rápidamente se subió el coche que había
Leer más