Einar corre entre los árboles, su respiración es pesada, pero su paso no se desacelera ni un instante. A su lado, Caleb se mueve con la misma urgencia, sus sentidos en alerta máxima. No hay tiempo para discusiones, no hay espacio para viejas rencillas. Solo hay un objetivo: rescatar a Lía.Desde el momento en que el alfa enemigo se la llevó, un vacío helado se ha instalado en el pecho de Einar. El miedo, un sentimiento que rara vez ha experimentado, lo atormenta con cada segundo que pasa sin ella. Caleb no es diferente. Aunque ha aceptado que Lía no lo eligió, no significa que dejará de luchar por ella. Y ahora, ambos están dispuestos a derribar a cualquiera que se interponga en su camino.—Estamos cerca —susurra Caleb, sus ojos de lobo brillando en la penumbra del bosque.El rastro de Lía es inconfundible. Su aroma dulce y familiar persiste en el aire, mezclado con el hedor de la manada rival. Pero algo no encaja.Einar se detiene abruptamente, extendiendo un brazo para frenar a Cale
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